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((**Es12.277**)((**It12.321**)) CAPITULO XII LA VIDA EN EL ORATORIO DESDE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES HASTA EL FIN DE CURSO AÑO tras año va reduciendo la muerte el exiguo número de los que vivieron la vida del antiguo Oratorio, cuando el Beato don Bosco regía personalmente sus destinos. Resulta encantador oír de labios de los supervivientes la narración detallada de las cosas de aquellos tiempos, aunque sea verdad que, oído uno, pueden darse por oídos los demás, en cuanto a la sustancia de los hechos. Vemos rejuvenecer a Salesianos y no salesianos, a sacerdotes y seglares, cargados de años, cuando recuerdan la felicidad, que entonces se gozaba en la casa de don Bosco. No había en ella por cierto las comodidades de hoy; pero >>quién pensaba en ello? Reinaba allí la alegría, una alegría templada por la piedad y el estudio, por la piedad y el trabajo, bajo la mirada y la sonrisa paternal de don Bosco, cuya bondad era como el sol, que deja experimentar su influencia saludable por todos los rincones. Cuando un muchacho nuevo ponía los pies en el Oratorio, inmediatamente experimentaba, digámoslo así, el encanto, que parecía impregnar todo el ambiente. Valga como muestra lo que nos contaba poco ha el venerando don Luis Cartier, el salesiano cuya vida transcurrió hasta la vejez en Niza, donde fue muy admirado y querido. Llegó al Oratorio de buenas a primeras sin saber ni jota de italiano y se encontró allí como perdido. Pero he aquí que don Bosco, en cuanto tuvo delante al muchacho, en un abrir y cerrar de ojos se ganó su confianza con la amabilidad del trato, y con las preguntas que le hizo sobre su familia y sus cosas más queridas. ((**It12.322**)) Después, durante algún tiempo, hasta que no le fue posible tratar fácilmente con todos, el pobrecito muchacho subía cada día, y aún varias veces al día, al cuarto de don Bosco, que invariablemente lo recibía paternalmente y se entretenía con él, preguntándole cosas y escuchándole. En este capítulo hablaremos de la vida en el Oratorio durante los tres meses del verano de 1876. Durante esta parte del año solía el Siervo de Dios estar en el Oratorio con sus muchachos, ya sea porque (**Es12.277**))
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