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((**Es12.217**) hable. Poneos de acuerdo con él. Yo estoy muy contento, si puedo haceros algún bien. También los de la casa raras veces pasaban a su lado sin oír una palabra amable. Una tarde se encontró, uno tras otro, a seis y a cada uno le dijo lo suyo. A don José Monateri: -íOh, don José Monateri quiere que don Bosco quede pasmado a la vista de los prodigios y milagros que él hará! >>Verdad? A un clérigo apellidado Podest…: -Tremunt Potestates. Potestas et imperium in manu eius. Y con estas palabras una caricia y una sonrisa. Al clérigo Ghigliotto, el de Varazze: -Pero tú aún no me has hecho la confesión de tu vida futura. Tienes que elegir un día y decirme todo lo que vas a hacer de hoy en adelante. Al coadjutor José Rossi: -He aquí al conde Rossi; el gran amigo de don Bosco. -íQué ganas tiene de bromear don Bosco!, exclamó Rossi. ->>Yo ganas de bromear? >>Acaso no te gusta más que te haya dicho esto, que si te hubiera dado un pescozón? Al clérigo Bodrati, destinado a dar clase a los de la escuela de fuego: -Prepárate, quiero proporcionarte tantos alumnos como para dejarte pasmado; y tú, con tu mano maestra, harás de ellos unas plantas elegidas de la viña del Señor. A otro clérigo: -íDame carta blanca para hacer yo lo que quiera! Ahora iremos a América para ayudar a don Juan Cagliero. Tu convertirás la Patagonia. Quien no tuvo la suerte de conocer a don Bosco, no puede figurarse el bien que hacían estas palabras y esta manera de tratar al que era objeto de ellas. ((**It12.250**)) Había que ver a nuestro Padre, cuando se entretenía conversando con alguien que no pensaba como él en las cosas que se iban a emprender. No rebatía la opinión contraria a la suya, sino que escuchaba con bondad; hacía ver que tomaba en consideracion el parecer de la otra parte, daba buenas esperanzas, dejaba en fin al interlocutor con la impresión de que entre él y don Bosco no había disensión. Pero en la práctica, el Beato ponía su afán en hacer lo que se podía y no lo que se hubiera querido, sin apartarse ni un ápice de lo que había determinado y pensado con su propia cabeza, no con la de cualquier otro. La amplia libertad que concedía para que le dieran y prodigaran sugerencias no carecía de intención: le servía y mucho para conocer (**Es12.217**))
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