Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es12.201**) -Oigo decir que usted cura cualquier género de enfermedades. ->>Yo? íNo! -Sin embargo, me lo han asegurado, diciéndome incluso el nombre de las personas y el género de enfermedad. -Le han engañado. Se me presentan, es verdad, personas deseosas de obtener semejantes gracias, para sí mismas o para sus conocidos, por intercesión de María Auxiliadora, haciendo triduos o novenas u oraciones, con la promesa de cumplir alguna obra buena, si obtienen la gracia; pero en estos casos las curaciones se efectúan por obra de María Auxiliadora, y no ciertamente por virtud mía. -Pues bien, cúreme también a mí, y yo también creeré en estos milagros. ->>Qué enfermedad le aqueja? El doctor padecía de epilepsia. Hacía un año que eran tan frecuentes los ataques que no se atrevía a salir de casa sin ir acompañado. Las medicinas no servían para nada. Sitiéndose empeorar cada día más, iba a don Bosco con la esperanza de obtener finalmente la anhelada curación. -Bueno, le dijo don Bosco, haga usted también lo que los otros. Arrodíllese, recite conmigo algunas oraciones, dispóngase a limpiar el alma con los sacramentos de la confesión y comunión, y verá cómo la Virgen le consolará. -Mándeme otra cosa, porque no puedo hacer lo que me dice. ((**It12.230**)) ->>Y por qué? -Porque sería una hipocresía. Yo no creo en Dios, ni en la Virgen, ni en oraciones, ni en milagros. Don Bosco quedó consternado. Sin embargo, merced a la gracia de Dios logró que el incrédulo se arrodillara e hiciera la señal de la cruz. Después se levantó y dijo: -Me asombro de haber sabido todavía hacerla después de cuarenta años que no la hacía. Prometió además que se prepararía para confesarse. Y cumplió la palabra. En cuanto se confesó, tuvo la impresión de estar curado. En efecto, ya no se le repitieron los ataques epilépticos, mientras que antes, al decir de sus familiares, eran tan frecuentes y terribles que hacían temer un fatal desenlace. Algún tiempo después fue a la iglesia de María Auxiliadora, se acercó a la sagrada mesa y no quiso ocultar su satisfacción por haber vuelto de este modo de la incredulidad a la fe. En la tarde que precedió al triduo, don Bosco estuvo durante mucho tiempo confesando, por lo que fue tarde a cenar. Advierte aquí el (**Es12.201**))
<Anterior: 12. 200><Siguiente: 12. 202>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com