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((**Es12.191**) -Padre Santo, harían falta miles de Misioneros; mis muchachos son buenos, dóciles, animosos, dispuestos a todo, pero son muy jóvenes y habrá que esperar a que crezcan, les salga la barba y el bigote y adquieran un caudal de ciencia y conocimientos necesarios para ir todos a misiones. Todos estarían dispuestos a arrostrar cualquier peligro con tal de poder salvar almas. Pero hay que esperar. -íEntonces, contestó el Padre Santo, haced que crezcan aprisa y lleguen a ser hombres hechos y derechos en un santiamén! -Pero tenga en cuenta Su Santidad, repliqué, que el Señor nos visita muy a menudo en el Oratorio y se lleva a alguno de los nuestros. Este año ya hubo varios que quisieron irse al paraíso y otros más se irán antes que termine el mes de diciembre. ((**It12.217**)) ->>Y los que mueren os causan satisfacción? >>Os dejan buenas esperanzas de su salvación? >>Hubo alguno que no quisiera recibir los sacramentos? -Puede comprender, Padre Santo, que unos muchachos que normalmente reciben a menudo los santos sacramentos, cuando caen enfermos, piden ellos mismos confesarse y comulgar. íCuánto más en trance de muerte! Y, si por un casual no los pidiese, los mismos Superiores, al ver su estado grave, con buenos modos le harían sentir esta necesidad; y el enfermo, nada más oír la voz de un superior que le invitara a ello, enseguida y con gusto se dispondría a recibir los sacramentos. De la misma manera me preguntó el Padre Santo muchas otras cosas sobre vosotros y escuchaba con tal gusto, que parecía no hubiese en el mundo otra cosa más que Valdocco. Y me dijo: -En estos tiempo tan calamitosos para la Iglesia vuestros muchachos pueden hacer mucho bien. Ahora, que recen por las necesidades de la santa Iglesia tan perseguida. Recomendadles que recen por mí, para que el Señor me dé fuerza y constancia para superar todos los peligros que debo encontrar, como cabeza de la familia de Jesucristo. Y después de unas palabras más, nos despedimos. La segunda vez que lo visité habló conmigo sobre las misiones, los jóvenes y los colegios. Después me concedió muchas indulgencias para todos vosotros. Debemos dar mucha importancia a estos tesoros espirituales, que el Padre Santo nos ha concedido. Imprimiremos estas indulgencias y se entregará a cada uno una nota con las que le pertenecen, para no olvidarlas durante el resto de su vida. Y ahora, pasando de las cosas de Roma a nosotros, os digo que estoy muy satisfecho de encontrarme en medio de mis hijos. Yo deseaba ardientemente estar con vosotros, y contaba los días, las horas y los minutos, mientras estaba lejos. íFinalmente ya estoy aquí! >>Qué más os diré? No es menester que os hable de las Pampas y de las Indias. No vayamos tan lejos, hablemos de cosas más próximas, por ejemplo, de los ejercicios espirituales, que se harán después de la fiesta de María Auxiliadora, lo mismo para los aprendices que para los estudiantes y para todos los que quieran tomar parte en ellos. Os animo a hacerlos bien, especialmente a los de los últimos cursos del bachillerato, porque precisamente hacen los ejercicios para este fin, para decidir su vocación. Pidan mucho al Señor, para que puedan conocer su santa voluntad, el estado a que son llamados, la carrera que deberán emprender. Sobre este tema os hablaré otras veces y daré consejos en público y en privado. Pero, además, deseo otra cosa. Tenemos que hacer algo ((**It12.218**)) de gimnasia en el comedor. Bien está que en el patio corráis en hora buena cuanto y como queráis pero también es bueno que cada uno tenga en el comedor una ocupación especial No digo que os pongáis In cymbalis bene sonantibus (alegres o chispos), sino que haya (**Es12.191**))
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