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((**Es12.136**) y también a los demás. Recordad, pues, que pueden pertenecer a la Congregación no sólo los que quieren después hacerse sacerdotes, sino que también una parte considerada de los socios se compone de seglares. Puede pertenecer a ella cualquiera que desee salvar el alma. Por consiguiente, si hay alguno de vosotros que diga: -<>, éste puede pedir pertenecer a la Congregación. ->>Pero, no nos faltará después lo necesario para la comida y el vestido?, preguntará alguno. Confiando siempre en la Providencia de Dios, madre piadosa, puedo aseguraros que nunca nos faltará nada de lo que necesitamos, lo mismo estando sanos que enfermos, en los años de la juventud y en los de la vejez. Es más, este motivo decidió ya a algunos quedarse en la Congregación; es decir, el pensamiento de que, si cayeran enfermos en el mundo, o cuando llegasen a viejos fuera de aquí, podían ser abandonados, despreciados, sin poder ya mantenerse ellos mismos o defender sus derechos; y que, por el contrario, estando aquí, no les faltará. Así, pues, el que deseara encontrar un puesto seguro, donde no le falte en toda la vida el pan, la vivienda, el lecho, el vestido, éste puede hacer la petición para inscribirse en esta Congregación. Y el que también, considerando los peligros extraordinarios de condenación, que, saliendo de aquí, encontraría en el mundo, como son los malos libros, las malas compañías, y quisiese ((**It12.152**)) decir: -<>, éste también inscríbase tranquilo en nuestra Pía Sociedad. Observad, además, que no hay distinción alguna entre los socios de la Congregación; todos perciben el mismo trato, artesanos, clérigos y sacerdotes; todos nos consideramos hermanos, y lo mismo que como yo, comen también los otros, y el mismo plato, el mismo vino que sirven a don Bosco, a don José Lazzero, vuestro director, a don César Chiala y a todos los que pertenecen a la Congregación, ese mismo es el que se sirve a todos. Alguno dirá: -Pero >>don Bosco quiere de veras que pertenezcamos a esta Sociedad? >>Es de su gusto que entremos? -Amigos míos, no piense ninguno entrar en esta Sociedad, para dar gusto a don Bosco. No; no os aconsejo que os quedéis aquí. Yo os he dicho esto para que estéis enterados, para que sepáis exactamente cómo están las cosas, para que examinéis si os puede convenir y, el que lo desea, sepa lo que tiene que hacer. Por lo demás, yo no exhorto encarecidamente a ninguno. Quien piense hacerlo, hágalo; y el que no, déjelo correr. Y también, si hubiere alguno que desease ir a América, le digo que entrando en la Congregación, tendría la oportunidad de ir. Pero, nótese que la Congregación no envía a nadie a América, si no lo quiere, sino que deja ir a los que lo desean. Habéis visto que el año pasado estaban aquí varios compañeros vuestros: ahora son misioneros y hacen mucho bien. Mientras estuvieron aquí no se distinguían en nada de vosotros; eran como vosotros. Ahora están allá y viven extraordinariamente contentos. Todos conocíais mucho a Gioia, que trabajaba de zapatero; pues bien, es noticia de estos mismos días; se ha convertido en un personaje importante y es cocinero, zapatero y catequista. Conocíais también a Scavini el carpintero, que en otro tiempo era aquí un muchachote; es ahora jefe de taller con unos veinte aprendices a sus órdenes, y sabemos que en el poco tiempo que lleva allá ha hecho ya muchísimo. >>Y Belmonte? Parecía uno más del montón, cuando estaba con nosotros; y ahora sabemos que hace (**Es12.136**))
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