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((**Es11.85**) con grave quebranto de la disciplina eclesiástica, esta Sagrada Congregación ha declarado que se extiende a ellos la Constitución del Sumo Pontífice Benedicto XIV, ex quo dilectus, en la que ya está, además, bien previsto cualquier caso urgente y extraordinario, que reclamase una disposición contraria. Se desprende, pues, como legítima consecuencia de esta citada Constitución Benedictina, lo que se prescribe en el decreto de la Sagrada Congregación Super statu Regularium-Romani Pontifices del 25 de enero de 1848, en el número II, esto es: que no corresponde nunca a los Ordinarios el negar las Letras Testimoniales para el ingreso de los Postulantes en cualquier Orden, aun de votos simples. No dudando que S. E. querrá atenerse a todas y cada una de estas disposiciones, pido a Dios que le colme de felicidad. Tres días más tarde, y manteniendo una promesa que le había hecho, envió el cardenal Berardi a don Bosco, naturalmente <>, una copia de este documento, con la esperanza de que por fin se encontraría el medio de <> 1. Pero, antes de seguir adelante, debemos decir que desgraciadamente la respuesta de Roma dejó literalmente las cosas como estaban. En efecto, del principio al fin del año las cosas no cambiaron ni un ápice. Y lo mismo que en enero negaba el Ordinario la facultad de predicar a dos sacerdotes salesianos, uno de ellos era don Domingo Milanesio, futuro misionero de Patagonia, director de las escuelas gratuitas para los externos y del Oratorio festivo de Valdocco, y el otro don Pedro Guidazio, futuro director del primer colegio de ((**It11.92**)) don Bosco en Randazzo (Sicilia), profesor titulado de la cuarta gimnasial en el Oratorio, en diciembre se la negaba también a don Juan Branda y a don Angel Bordone, prefecto el primero y profesor diplomado el segundo en el Colegio de Valsálice. Los motivos para tales negativas han permanecido siempre en el misterio, ya que nunca se recibió la menor explicación. Además, siempre las mismas negativas a los clérigos del Oratorio para las órdenes sagradas; siempre las mismas repulsas de cartas testimoniales a cuantos solicitaban entrar en la Congregación Salesiana; siempre sin aceptar las invitaciones para ir a presidir las funciones en las Casas Salesianas. No se podía esperar otra cosa de un Ordinario que en su réplica del 24 de enero, se creía en el deber de hacer notar que los Cardenales no habían comprendido sus requerimientos, con los que buscaba hacer ver cómo don Bosco recibía en sus propias casas a sacerdotes de su diócesis, para dar clase, confesar y permanecer en la Congregación, sin pedirle licencia para ello. 1 Carta del card. Berardi a don Bosco, del 16 de enero de 1875.(**Es11.85**))
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