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((**Es11.79**) embarcado el grupo destinado a América y corría yo a Niza para abrir aquella nueva casa. Estábamos todavía con gestiones en Niza y se nos urgía para la fundación de Bordighera. Aún no se había realizado ésta, cuando precisaba apresurarse y pensar en abrir en Turín la casa para las Hijas de María Auxiliadora. En esto se presentó la necesidad de ir a Roma, donde siempre hay una cosa que empuja a otra. No se ha terminado el proyecto de las Hijas de María Auxiliadora, y ya se presenta al Padre Santo el de los Cooperadores Salesianos. No ha habido tiempo para concluir esto, cuando precipitadamente llega el pensamiento de la Patagonia. La Patagonia misma se ve empujada por el magnífico proyecto que ofrecen el cardenal Franchi y el Padre Santo para un Vicariato en la India... y después de una cosa, otra... y otra. La pobre cabeza de don Bosco ya no puede con tantas cosas y sufre terriblemente. Sin embargo, íhay que ir adelante, siempre adelante! La consolidación de la Pía Sociedad debe hacerse... y veo que se hace... pero sin paradas>>. Volvemos a ocuparnos del Documento. Se presenta ante nuestros ojos con tal importancia que no lo dejamos para el apéndice, aunque sea más bien largo. Nos parece bien insertarlo ahora en nuestra narración, para leerlo por entero. Es don Bosco quien escribe con su estilo sencillo y claro. COOPERADORES SALESIANOS La historia de los Cooperadores Salesianos se remonta al 1841, cuando se empezó a reunir a los muchachos pobres y abandonados en la ciudad de Turín. Se reunían en lugares e iglesias a propósito, se entretenían en agradables y honestos pasatiempos, y se les enseñaba y preparaba para recibir dignamente los santos sacramentos de la confirmación, la confesión y la comunión. Para el desempeño de las muchas y variadas funciones, uniéronse varios señores, que con su prestación personal y su beneficencia, sostenían la llamada obra de los Oratorios Festivos. Estos señores eran conocidos por el nombre de los oficios que desempeñaban, pero, en general, se les llamaba bienhechores, promotores y también cooperadores de la Congregación de San Francisco de Sales. Era el Superior de estos Oratorios el sacerdote Juan Bosco, el cual, actuando en todo bajo la inmediata dirección y autoridad del Arzobispo, ((**It11.85**)) ejercía su ministerio recibiendo las oportunas facultades oralmente y por escrito. Siempre que se presentaba una dificultad, el Ordinario la allanaba por medio del sacerdote Juan Bosco. Las primeras concesiones del señor arzobispo Fransoni fueron las de administrar los santos sacramentos de la confesión y comunión, la del cumplimiento del Precepto Pascual, la de admitir a los niños para la primera comunión, predicar, celebrar triduos, novenas, dirigir ejercicios espirituales, dar la bendición con el Santísimo Sacramento y cantar la misa. Los llamados promotores y cooperadores salesianos, que constituían como una verdadera congregación bajo el título de San Francisco de Sales, empezaron a obtener(**Es11.79**))
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