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((**Es11.483**) -Sí. Segunda pregunta: ->>Te gustan las ceremonias religiosas, oír misa, recibir los sacramentos, aprender las ceremonias? -Sí, me gusta. Entonces paso a la tercera: ->>Cómo anda tu modo de proceder? Porque, tenedlo bien presente: si uno no está moralmente cierto de que, contando con la gracia del Señor, podrá conservar la castidad, éste, por favor, no intente hacerse sacerdote ni religioso. Pero uno me responde: -Me parece que, por la gracia del Señor, como nunca he faltado gravemente, tampoco faltaré en lo sucesivo. Entonces bien, pero otro me dirá: -Yo, por desgracia, debo lamentar graves caídas; pero conozco el mal y propongo firmemente... -No basta, amigo mío, no basta... Cerciorémonos mejor: >>cuánto tiempo hace que no has caído en estas cosas? >>Hace ya meses o años? Si es así, hay esperanza. -No es así, hace poco tiempo. -Entonces ten paciencia, no sigas adelante. ->>Pero es que no es suficiente el dolor, el arrepentimiento que éste tiene y el propósito firme de no pecar nunca más? -Eso basta para obtener el perdón de Dios en el Sacramento de la Confesión; pero no para lo que tratamos. Hasta que no pasan varios meses, o algún año para más seguridad, esto es, hasta que uno no puede decir que se encuentra moralmente cierto de poder conservar la castidad, que es el fundamento y la base de las otras virtudes, yo no aconsejaría a ninguno que siguiera adelante. Y ya que hemos visto el modo de conocer la vocación tendríamos que ((**It11.575**)) hablar de la importancia de corresponder a ella, según aquello que dice san Agustín, que el Señor siembra de gracias el camino por donde nos llama, y que el que se pone a recorrerlo va tranquilo adelante; pero el que se resiste, vive casi siempre infelizmente en esta tierra y difícilmente podrá salvarse. Pero de esto ya hemos hablado otras veces y, además, ya estáis bastante persuadidos de ello. En cambio quiero daros esta mañana dos recuerdos que os ayuden a cuidar la vocación. El primero es el secreto. Lee a san Alfonso... El segundo es éste: corresponder enseguida al divino llamamiento. De ordinario, el Señor hace depender sus gracias de la correspondencia a las anteriores. Realmente se cumple lo de ibunt de virtute in virtutem (irán de virtud en virtud) o bien de mal en peor. Ordinariamente, a una gracia, a la que se corresponde, le siguen otras y otras. Además el Señor parece que quiere hacer pasar malos ratos a los que destina a grandes cosas. Observemos lo que sucedió a los apóstoles. El primero llamado fue Andrés. Pasó el Divino Salvador, lo llamó y él, que ya había sido discípulo de san Juan y había oído hablar de Jesús, relictis retibus (dejando las redes) enseguida lo siguió. Pasó otra vez, vio a san Pedro, después a otros; los llamó, faciam vosfieri piscatores hominum (os haré ser pescadores de hombres) y ellos, relictis retibus, lo siguieron. Mirad: íqué obediencia tan admirable! íNo se despiden de los amigos, ni de sus propios padres, ya ancianos y necesitados! íNada! El Señor los había llamado y ellos le siguieron. (**Es11.483**))
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