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((**Es11.480**) cuando nadie en el mundo hubiera podido preverlo, o pensarlo; y no digo creerlo, porque hubiera parecido una paradoja, un absurdo, un algo casi imposible. íY cuántas otras consideraciones deben hacerse sobre el suceso! Pero es cierto que la última actuación que el difunto se reservó, después de cesar como secretario, fue la actuación que afectaba a don Bosco y que el rescripto dado en esta causa (que usted ya conoce, según me aseguró nuestro abogado Menghini, ahora mi colega Eustaquiano 1) fue el último documento oficial que él escribió en su calidad de Secretario. Pues bien, después de éste no ha podido hacer ninguno más; no ha tenido tiempo para asistir a ninguna otra reunión o Congregación, no ha podido publicar rescriptos de los decretos de ningún género. Por tanto aquella acta sirvió de enlace con la muerte. Por lo tanto aquel rescripto fue para el Eminentísimo su visto bueno para el otro mundo. Aquella última audiencia con el Padre Santo fue la señal de la próxima audiencia con Dios, que decide en el juicio particular la suerte eterna de cuantos mueren aquí. Querido don Bosco, estoy tan impresionado y conmovido con todo esto y las circunstancias que le acompañaron, que debo repetir con íntima convicción lo que el Poeta pagano decía: Coelo tonante credidimus Deum... regnare! (Creemos que Dios reina cuando el cielo truena). Pero descansen en la paz eterna los difuntos. Yo ya he rezado y seguiré rezando por el Cardenal difunto, como creo hará también usted junto con sus buenos alumnos. El Señor, rico en misericordia, lo tenga en su goce eterno. Requiescat in pace. Amen. Después de este gran suceso creo, mi querido don Bosco, que su causa está ganada. Dios mismo la ha juzgado. Ya lo verá usted. Por ahora soy de parecer que no se debe dar ningún paso. Conviene primero informar al nuevo Secretario de Obispos y Regulares, monseñor Sbarretti. El llega después de una larga contradicción y comprenderá mejor cuanto le digan acerca de la causa de don Bosco. Cuando se pueda esperar justicia por este lado, podrá influir mucho un oficio del Cardenal Berardi, y solamente con estos elementos se podrá muy bien empezar de nuevo y obtener lo que el difunto no quiso conceder. Cuando al Padre Santo se le puso en la cabeza nombrar cardenal a San Felipe Neri, quien no quería tal dignidad, tanto se encomendó a María Santísima que la Señora lo remedió todo llamando a la bienaventuranza del Cielo a aquel Santo Pontífice. ((**It11.572**)) El Sucesor, sabedor del hecho, ya no insistió para hacer cardenal a San Felipe Neri. Así ocurrirá también con don Bosco y con los Salesianos. Cuando se vea que los decretos en su contra, van acompañados de la muerte, verá usted prácticamente que no habrá que temer tales decretos. Cuando habla Dios, los hombres se quedan mudos; deben callar por necesidad. Dominus Deus, Deus Deorum loquutus est!!! No sé qué más poner en esta carta. íAún no me he rehecho de mi estupor! Le saludo afectuosamente y se une a mí la buena Inés. Ruegue por nosotros. Saludos a todos los amigos salesianos y a todos los pilluelos, y besando sus manos me repito, medio en éxtasis Roma, 17 de octubre de 1875. Afmo. s. s. y amigo J. B. FRATEJACCI, Can. 1 Hay en Roma una iglesia dedicada a San Eustaquio, situada cerca del Panteón, con sus canónigos propios. J. B. Fratejacci era uno de ellos. Y, como también Menghini logró serlo, ambos se convirtieron en <>. (N. del T.). (**Es11.480**))
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