Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es11.442**) El no sólo se nos da en prenda de su amistad en los momentos de felicidad, como nacen los amigos del mundo, sino también en la adversidad; y nos socorre en nuestras miserias con más amor, nos muestra sus llagas y nos invita a imitarlo y a hacer penitencia de nuestros pecados. Y, si nosotros queremos que la visita que nos venga a hacer en punto de muerte sea efectivamente de verdadero amigo, vayamos a recibirlo con frecuencia, pero bien, en el Santísimo Sacramento; guardémosle en nuestro corazón, vayamos a hacerle frecuentes visitas, cortas pero fervorosas, en los momentos libres que tengamos; ofrezcámosle nuestro corazón, nuestra voluntad; digámosle que haga de nosotros lo que sea de su agrado. El es tan bueno que nos protegerá siempre y no nos abandonará jamás. Una cosa que deben hacer todos y que forma la parte principal del aguinaldo que quiero dejaros esta noche es ésta: que apreciéis mucho las pequeñas compañías que funcionan en casa, como la de San Luis, la del Santísimo Sacramento, la del Clero, la de San José, la de María Auxiliadora y la de la Inmaculada Concepción. En estas compañías no se pide dinero y, por tanto, no os cuestan nada. Elija cada uno la que mejor le vaya para su devoción. Recomiendo especialmente a los catequistas, a los maestros, a los directores de estas compañías que las promuevan y aumenten, que exhorten a los muchachos a que se inscriban; he dicho mal: no, no exhorten, sino que dejan abierto el camino a los muchachos para que pueda entrar quien lo desee; porque, lo sé, vosotros no necesitáis que os exhorten. Por tanto, todos los que ya pertenecen a ellas procuren dar buen ejemplo a los demás, ser luz en las tinieblas, huir del mal ejemplo, practicar todos los medios para extirparlo entre los compañeros, recibir y visitar frecuentemente a Jesús durante el día e invitar también a otros a que lo hagan. En cuanto a otras prácticas de piedad o de mortificación voy muy despacio en aconsejarlas, porque, en medio del bien que hacen, pueden esconder peligros. En cambio recomiendo continuamente inscribirse en estas compañías, porque esto siempre hará mucho bien a todos. No me alargo más, pero os recomiendo calurosamente que ((**It11.524**)) practiquéis mis avisos, si queréis pasar bien este año en la paz del Señor y si queréis recibir la visita del Santísimo Sacramento en punto de muerte. Mientras tanto, ahora rezaremos un padrenuestro, avemaría y gloriapatri por nuestros pobres compañeros difuntos, y otro, por aquéllos de los que estamos aquí reunidos en este momento, que hayan de morir el próximo año. Dicen las estadísticas que ordinariamente mueren, en una población de cien habitantes, tres al año. Siendo nosotros aquí cerca de novecientos, el número de los que deberían morir, alcanza casi a veintiséis o veintisiete; pero vosotros sois jóvenes y no tenéis tantas ganas de morir enseguida y, por eso, la proporción entre nosotros es casi siempre la del uno por ciento; así que con sólo ocho al año ya está bien. Yo estoy contento así; y más, espero y deseo que disminuya ese número y que no crezca en adelante. Con todo, puesto que ciertamente algunos de nosotros deben morir en el año que comienza, conviene que cada cual piense en pasar bien el tiempo que aún le queda. Entretanto, rogamos al señor Villanis que rece esas breves oraciones que indicamos. Todos se arrodillaron, aunque no fue fácil hacerlo, por lo apretados que estaban en el salón. Terminada la oración, don Bosco se puso en pie, auguró a todos buen fin y principio de año, y les deseó una buena (**Es11.442**))
<Anterior: 11. 441><Siguiente: 11. 443>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com