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((**Es11.393**) ciudad: la de la iglesia y la de la escuela. Este gran recogimiento y amor al estudio y a la piedad hicieron que llegara muy pronto a ser muy docto y muy santo. No tenía más que veintitrés años y, en reconocimiento a sus méritos, le hicieron Arzobispo de Milán y Cardenal de la Santa Iglesia. Hay un episodio muy interesante en su vida. Cuando fue san Carlos a visitar su diócesis, se encontró con san Luis, que apenas tenía doce años; y al verlo con tanta piedad y fervor, aunque todavía no había sido admitido para recibir la comunión, quiso él que la recibiera por vez primera y administrársela él mismo, de modo que el pueblo de Castiglione dudaba si proclamar como más santo al niño que recibía la comunión o al prelado que se la administraba. Es verdad que nosotros festejamos a san Luis, por ser patrono de la juventud; pero también hemos de festejar y rezar a san Carlos, porque vivió desde niño adornado de heroicas virtudes y porque se preocupó muchísimo de la educación de los jóvenes, obligando rigurosamente a los párrocos a enseñarles el catecismo, fundando para ellos colegios y seminarios y procurando de todos modos contribuir a su bien y aprovechamiento espiritual y temporal. Pidamos especialmente a san Carlos que nos conceda un poco del desinterés que él tenía por todas las riquezas y bienes de esta tierra, que le llevó a dar en un solo día cuarenta mil liras de limosnas, y en otra ocasión una herencia entera. Que también nos dé san Carlos aquel amor al prójimo que tanto le distinguió; porque habéis de saber que, durante una epidemia que asoló a Milán, él estaba siempre en medio de los apestados para socorrerlos en sus necesidades corporales y sobre todo en las espirituales; abrió su propio palacio episcopal para amparar a los enfermos y casi fue víctima de su mal y de su celo. Los que puedan comulguen en honor de tan gran Santo y los demás hagan una comunión espiritual y recen otras oraciones para obtener su intercesión. Aún faltaba una cosa para principiar bien el curso: un fervoroso ejercicio de la buena muerte. ((**It11.464**)) Se fijó este primer ejercicio del nuevo curso escolar para una fecha muy sugestiva: el 11 de noviembre, día de la despedida de los misioneros. Por la noche de la antevíspera anunció el Siervo de Dios el programa para la fiesta próxima e hizo que los muchachos centrasen su atención en torno al ejercicio de la buena muerte, inspirándose en la finalidad de los misioneros al emprender su viaje. Nuestros misioneros son esperados con ansias en América, y todos confiamos en que harán mucho bien. Este es el único motivo del viaje; procurar la salvación de muchas almas. íSalvar almas y nada más! Precisamente hoy he recibido carta del alcalde de San Nicolás de los Arroyos, donde fijarán su primera morada los misioneros; nos promete ayuda material y dice que toda la población tiene grandes esperanzas del bien que les vamos a hacer. Para vosotros, lo principal de esta fiesta es que hagáis bien el ejercicio de la buena muerte, que consiste especialmente en hacer una confesión y una comunión, como si efectivamente fuesen las últimas de vuestra vida. íAcordaos de que, cuando uno está acostumbrado a hacer bien una cosa, llegada la ocasión, la hará bien, casi sin darse cuenta. En cambio, cuando no se ha acostumbrado a hacer bien algo difícil, no lo logrará ni con esfuerzo. Así el que se ejercita en bien morir y (**Es11.393**))
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