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((**Es11.329**) Además, en las regiones que rodean la parte civilizada viven grandes hordas de salvajes, hasta los cuales no ha llegado todavía la religión de Jesucristo, ni la civilización, ni el comercio, y donde los pies de los europeos no pudieron hasta ahora dejar sus huellas. ((**It11.386**)) Estos países son las Pampas, la Patagonia y algunas islas cercanas, que forman quizá un continente superior a toda Europa. Todas estas vastísimas extensiones ignoran el Cristianismo, no conocen en absoluto ningún principio de civilización, de comercio, de religión. íAh! Pidamos al dueño de la viña que mande obreros a su mies, que mande muchos, pero que los mande formados según su corazón, a fin de que se propague el reino de Jesucristo en la tierra. Al llegar a este punto debería pedir a todos los que me escucháis que recéis por nuestros misioneros; espero que lo haréis. Nosotros no dejaremos pasar un día sin pedir a María Auxiliadora por ellos y me parece que María, que hoy bendice su partida, no dejara de bendecir el progreso de la misión. Debería también dirigir unas palabras de agradecimiento a nuestros bienhechores, que tanto han trabajado para el éxito de esta misión. Pero >>qué diré? Nos dirigiremos a Jesús Sacramentado, que se va a exponer para la bendición, y le pediremos que recompense todo lo que hicieron en favor de esta nuestra casa, de la Congregación y de esta misión. Debería hablar de un ilustre personaje que inició, prosiguió y condujo a término la piadosa empresa; pero no debo hablar de él por encontrarse aquí presente; me reservo otra ocasión para hacerlo. Ahora os dirigiré unas palabras a vosotros, hijos míos, los que estáis a punto de partir. Os recomiendo, lo primero, que en vuestras oraciones privadas y comunitarias no olvidéis jamas a nuestros bienhechores de Europa, que ofrezcáis al Padre celeste las primeras almas que ganéis para Cristo en homenaje y como prenda de gratitud a los beneméritos cooperadores de esta misión. A cada uno en particular ya le he dicho de viva voz lo que me dictaba el corazón y yo creía mas útil; a todos os entregaré escritos unos recuerdos especiales que deseo sean como mi testamento para los que van a aquellos lejanos países y que quizá no tendré el consuelo de volver a ver en esta tierra. Pero me falta la voz y las lagrimas sofocan mi palabra. Solamente os digo que, si mi alma esta conmovida en estos momentos por vuestra partida, mi corazón esta henchido de inmensa satisfacción, al ver consolidada nuestra Congregación, al ver que en nuestra poquedad, también nosotros ponemos nuestra piedrecita en el gran edificio de la Iglesia. Sí, marchad, con entusiasmo; pero recordad que hay una sola Iglesia que se extiende por Europa, por América y por todo el mundo y recibe en su seno a los habitantes de todas las naciones que acuden a refugiarse en su seno maternal. Cristo es Salvador de las almas que están aquí y de las que están allá. Uno es el Evangelio que se predica en un lugar y el que ((**It11.387**)) se predica en otro; de forma que, aunque separados en el cuerpo, tenemos en todas partes unidad de espíritu, y trabajamos todos para la mayor gloria de Dios y del Salvador, Nuestro Señor Jesucristo. Pero doquiera os encontréis, amados hijos, debéis tener siempre presente que sois sacerdotes católicos y que sois salesianos. Como católicos, habéis ido a Roma a reicbir la bendición y, mas aún, la misión del Sumo Pontífice. Y con este hecho pronunciáis una fórmula, una profesión de fe y dais a conocer públicamente que sois enviados por el Vicario de Cristo a cumplir la misma misión de los apóstoles, como enviados por el mismo Jesucristo. Por tanto, los sacramentos, y el mismo Evangelio predicado por el Salvador y por los apóstoles y por los sucesores de san Pedro, hasta nuestros días; esta misma Religión (**Es11.329**))
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