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((**Es11.302**) adiestrarlos en el trabajo que se les confía. Este ha de ser uno de los cuidados especiales de los prefectos, que deben reunirlos de ((**It11.353**)) cuando en cuando para darles las normas oportunas y cuidarse de que no abandonen los sacramentos y así, poquito a poco, los prepararemos para lo que deseamos, y para rendir preciosos servicios. 7.° Procúrese, además, no despedir a nadie por faltas de escasa importancia. Si de ninguna manera sirven para la finalidad que se les envió, devuélvanse a Turín, entregándoles una carta de acompañamiento. Si las faltas fueron verdaderamente graves, envíeseles directamente a sus casas, porque devolverlos a Turín sería pasarnos a nosotros el disgusto y tener que sufrir todavía el colegio que los despide. Pero también en estos casos se comunique al Oratorio la causa de la expulsión, a fin de que, si el individuo se presentara para ser aceptado de nuevo, esté el superior al corriente de todo. 8.° Sostengámonos todos mutuamente. Que se vea en las Casas íntima armonía entre los superiores. Sería una pena que los subalternos pudieran decir: -Los superiores no se entienden entre sí; uno rechaza lo que el otro quiere; uno organiza una cosa y otro la desbarata. Defendámonos unos a otros ante los subalternos. Empléense también evasivas para dar a entender que todos queremos lo mismo, aun cuando ya se haya dado cuenta el subalterno de nuestra distinta opinión. Mantengámonos, además, alabándonos mutuamente, demostrando el gran aprecio que nos profesamos. Todo colegio sostenga siempre normalmente a las otras casas; háblese de los otros colegios elogiándolos como los mejores y más ordenados. Cada colegio defienda a capa y espada la reputación de la Casa Madre, ante las personas extrañas y ante los que viven dentro de nuestros muros, prestando y haciendo prestar respeto a las deliberaciones y ordenanzas que de ella vinieran. 9.° Es lo más importante para nuestras casas buscar por todos los medios la obtención, promoción, propaganda y seguridad de la moralidad. Mientras todos, sin ((**It11.354**)) excepción, gocen públicamente de esta buena fama, afluirán sin cesar los jóvenes, seremos considerados como excelentes educadores y nuestros colegios florecerán de todas maneras. Si esto fallare, todo se derrumbará. No hay que procurar el florecimiento de la moralidad únicamente para ganar la confianza de las familias: es más importante obtener nuestra finalidad; pero también necesitamos esta confianza y benevolencia, por eso procuramos ganarla. Las normas para obtenerla y que se propague especialmente respecto a los socios de la Congregación, son las siguientes. (**Es11.302**))
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