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((**Es11.272**) preguntas; pero unos y otros sabían tanto como ellos. Y entonces empezaron los tiros para adivinar. -Es el príncipe Amadeo... ((**It11.317**)) -Será el príncipe Humberto... -No, debe ser don Carlos, que va a ver al Papa y pasa por aquí... ->>Será el general Lizárraga 1, el que envió don Carlos a Roma y que pasa ahora por aquí de vuelta a España? Un clérigo oyó a los superiores del Capítulo murmurar la palabra <>. -Ya está, dijo riendo: es un monseñor que trae a don Bosco el capelo cardenalicio... Entre tanto ensayaban los músicos un himno conocido y leyeron escrito en los papeles <>, en vez de <>. Era un dato más para orientarse. Poco después llegaba un tercer dato: el visitante venía de Roma. Empezaron entonces a repasar nombres de cardenales, para buscar uno que se llamase José. El misterioso señor tenía que llegar a las cuatro, y las cuatro ya estaban cerca. El programa de recepción era el siguiente: todos los alumnos en sus respectivas clases o talleres; la banda junto al portón de entrada; don Bosco en los pórticos del refectorio; visita a los talleres; mientras tanto bajarían los estudiantes, y se colocarían en círculo bajo los pórticos, donde se cantaría el himno, y la banda interpretaría diversas piezas escogidas. Sobre la marcha don Bosco modificaría algunos numeros. El secreto seguía siendo impenetrable. La única novedad era que se trataba de un insigne bienhechor. Y por fin, a las cuatro menos cuarto, se asomaron desde la portería, uno tras otro, cuatro señores. Uno de ellos era alto, entrado en años, fuerte y robusto. Parecía el gran esperado: vestía oscuro de color café y llevaba sombrero de copa. Los músicos aún no estaban en su puesto; pero don Antonio Sala, que se encontraba en la portería, conocía al visitante. Volaron a avisar a don Bosco y acompañaron a aquel señor con su séquito hasta su habitación. Pocos minutos después, don Bosco, pasando por la biblioteca, condujo 1 Antonio LIZARRAGA Y ESQUIROZ (1817-1877). General español que se sumó al bando carlista. Al iniciarse la segunda guerra carlista fue comandante general de Guipúzcoa y de Aragón y Cataluña; defendió Seo de Urgel contra Martínez Campos, que le hizo prisionero tras un cerco tenaz (1875). Un año después acompañó a don Carlos al exilio y murió en Roma (1877). (N. del T.) (**Es11.272**))
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