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((**Es11.251**) ((**It11.292**)) 4.° Animarles siempre y nunca humillarles; alabar dentro de lo posible y no despreciar, a menos que se den señales de disgusto como castigo. Haz la prueba de poner esto en práctica, y dime después el resultado. Yo rogaré por ti y por los tuyos. Créeme en Jesucristo Turín, 9-4-1875. Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. El Beato debía pensar con anticipación en prepararse profesores titulados; por eso solía presentar a los clérigos a examen para obtener el diploma de bachillerato y de liceo. Un día señaló el criterio a seguir en este delicado asunto, con estas palabras 1: -Es necesario veamos qué clérigos se han de presentar o no a estos exámenes, para utilidad de la Congregación. No hay que mirar si el individuo tiene muchos o pocos deseos; más aún, ni siquiera se ha de considerar si estos exámenes serán útiles o no al clérigo: solamente se ha de tener en cuenta si serán provechosos o perjudiciales para la Congregación. Yo no quiero que lancemos tan adelante este principio, como se hace en otras partes; pero tengamos como regla general, al tomar nuestras decisiones, el bien de la Congregación y no el del individuo. No hay que perder de vista una cosa y es que sólo se elija a los que tengan capacidad y den esperanzas de hacer carrera en los estudios, y además, que sean jóvenes. Los menos dotados o de edad avanzada, cursen los estudios con mayor rapidez librándoles de materias, secundarias, para que puedan ejercitar pronto el sagrado ministerio. Necesitamos también muchos que se ocupen de la asistencia, de la administración y de otras cosas en las Casas. Para formar bien a sus clérigos en el espíritu eclesiástico, encomendaba la clase de teología a competentes sacerdotes de Turín, tales como el prestigioso canónigo Marengo, los cuales se prestaban de muy buen grado a hacerle tan señalado servicio. La ((**It11.293**)) ejemplaridad de su vida sacerdotal y sus enseñanzas prácticas en el ejercicio del sagrado ministerio hacían lo demás. Don José Vespignani fue testigo de esta escena. Un día, después del almuerzo, a la puerta del refectorio, en donde actualmente se ha vuelto a poner, mejor que lo era, la famosa capilla Pinardi, hablaba él familiarmente con don Bosco, a tiempo de que se acercó don Julio Barberis y entregó al Siervo de Dios una lista de los que iban a ser 1 Crónica de don Julio Barberis, 2 de marzo 1876. (**Es11.251**))
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