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((**Es11.248**) preparar las preciosas páginas de la Introducción, cuya finalidad es la de poner bien en claro el espíritu que informa las reglas, páginas que estuvieron listas para la imprenta el 15 de agosto de 1875. Y, en tanto, él se industriaba para hacer penetrar este espíritu en el corazón de los jóvenes clérigos, valiéndose de todos los medios que le sugería su paternal solicitud. No se les escapaban a los superiores, que por su cargo estaban más en contacto con él, las industrias que empleaba para enderezar a los clérigos que se mostrasen más reacios e incumplidores de la regla. Iba cercando al joven con tanta prudencia, escribe don Julio Barberis, que el individuo, aun sintiéndose conquistado, no se daba cuenta de porqué don Bosco lo trataba con tanta benevolencia. La necesidad le obligaba a veces a separarse de aquellos hijos amados para enviarlos a ayudar en las casas; pero continuaba siguiéndoles con vigilante caridad. Tenemos una prueba elocuente de ello con la cariñosa cartita al clérigo Nai, recientemente enviado a Borgo San Martino. Pero antes hay que conocer los precedentes. Cursaba Nai el cuarto de bachillerato cuando un día le preguntó don Bosco de sopetón: ->>Quieres hacer un contrato con don Bosco? ->>Cuál? -La semana que viene te lo diré. ((**It11.289**)) Cuando llegó el día de su confesión semanal, el muchacho preguntó a don Bosco, mientras le confesaba: ->>Qué contrato quiere usted que haga: ->>Te gustaría quedarte para siempre con don Bosco? -íMucho! -Pues bien, haz esto: preséntate a don Miguel Rúa, y dile que te manda don Bosco. Don Miguel Rúa le dijo amablemente por toda respuesta que el jueves siguiente, a tal hora, fuese a la iglesia de San Francisco. Nai acudió puntualmente. Allí se encontró con un grupo de muchachos elegidos, con los cuales escuchó lo que don Miguel Rúa dijo sobre el quedarse con don Bosco. Al poco tiempo, díjole don Bosco en otra confesión: -En este momento tengo presente todo tu porvenir. Y le descorrió el velo. Hoy, a los setenta y cinco años de edad, asegura don Luis Nai, y estaría dispuesto a confirmarlo con juramento, que aquella predicción se verificó exactamente. Era ya cleriguito, se aproximaba la fecha de hacer los votos cuando empezó a tener dudas, que no había tenido antes ni por asomo. Declaróselas al Padre de su alma y éste le respondió: (**Es11.248**))
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