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((**Es11.243**) habían sido mayores, pero disminuyó el número con la mayor regularidad. Apenas si faltaban dos meses para acabar el año de noviciado, cuando el 8 de septiembre voló al cielo un novicio angelical, que se llamaba Defendente Barberis. Se lo había recomendado a don Bosco el párroco de Cassinelle, de la diócesis de Acqui, con estas palabras: <>. En el Oratorio fue aplicado y piadoso, deseaba ardorosamente ser sacerdote para dedicarse enseguida a la salvación de las almas. Siendo aspirante, le encargaron de la portería en el oratorio externo. Cualquier ocupación que le encomendaban la cumplía con celo y prudencia. Siendo ya novicio, enseñaba el catecismo con admirable eficacia a los niños del oratorio festivo y comulgaba casi a diario, con tal fervor que edificaba a sus compañeros. Era puntual en la obediencia, exacto en el cumplimiento de sus deberes, mortificado y parco en la comida y la bebida, escuchaba con avidez la narración de la vida primitiva del Oratorio y las fatigas que don Bosco había soportado para fundarlo. Le atraía el pensamiento de un porvenir laborioso en favor del prójimo en la Congregación Salesiana. Mas, por desgracia, sus días estaban contados. Se le prodigó toda suerte de cuidados. Era admirable su paciencia y sentía ocasionar molestias al Oratorio. Aconsejóle el médico que fuera a respirar el aire de su tierra natal y fue ((**It11.283**)) a casa de sus padres, que también deseaban tenerlo cerca. Pasó a la eternidad edificando a todos con su resignación a la voluntad de Dios. Tenía veinte años de edad. El recuerdo de su ejemplo enfervorizó para el bien a sus compañeros de noviciado. 3. Los profesos Los profesos eran coadjutores, clérigos estudiantes de filosofía y teología, y sacerdotes. En el Oratorio había veintitrés coadjutores profesos, al principio del curso, y llegaron a ser veintisiete después de las vacaciones. Nos gustaría saber cómo se las pasaban con don Bosco, pero el año 1875 presenta escasas noticias sobre este punto. Haremos, pues, como en tiempo de escasez: nos agarraremos a las parcas informaciones que nos han llegado, procurando sacarles el mayor jugo. Hace cincuenta y cinco años que el maestro Dogliani acababa de hacer su profesión trienal. Don Bosco, que al tratar con los suyos, no distinguía entre clérigos y coadjutores, se lo llevó un día como compañero hasta Caselle. (**Es11.243**))
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