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((**Es11.235**) por la mañana en la cama; algunos dejaban de ir a clase sin decir nada a los superiores; no se hacía lectura espiritual, ni meditación, no había más ejercicios de piedad que los que se hacían con los alumnos. Ahora, en cambio, ícuántas cosas han ido cambiando poco a poco y se fueron estableciendo y normalizando! -Con todo, yo veía aquellos desórdenes y dejaba que se siguiera adelante tal y como se podía. Si hubiere pretendido cortar todos los desórdenes de un golpe, tendría que haber cerrado el Oratorio y mandar a paseo a todos los muchachos, porque los clérigos no se habrían amoldado a un reglamento serio y se habrían marchado todos. Yo veía que aquellos clérigos, aunque muchos tenían la cabeza a pájaros, trabajaban con gusto, tenían buen corazón y una moralidad a toda prueba, y que, una vez pasado aquel ardor juvenil, me ayudarían mucho. Y debo decir que algunos sacerdotes de la Congregación, que eran de aquel número, figuran hoy entre los que más trabajan y tienen mejor espíritu eclesiástico, mientras entonces ciertamente se hubieran marchado de la Casa antes que someterse a ciertas reglas restrictivas. -Hay que observar, sin embargo, que aquellos eran tiempos diferentes. No se hubiera podido fundar entonces la Congregación, según las normas acostumbradas. Estaba yo sólo; me tocaba dar clase de día y de noche, debía escribir libros, predicar, asistir, dirigir, ir en busca de dineros, y si, para que todo marchara a la perfección, me hubiera encerrado en un pequeño círculo, no habría concluido nada y el Oratorio sería hoy una especie de colegio con cincuenta o cien alumnos a lo más. ((**It11.273**)) En el trabajo de normalización, la piedad representaba la piedra fundamental del edificio religioso, y dentro de la piedad hay dos prácticas que son de capital importancia: los ejercicios espirituales anuales y la meditación diaria. Desde 1875 los novicios hicieron sus ejercicios durante las vacaciones de otoño, separados de los profesos, de forma que los sermones y todo lo demás respondían a sus propias necesidades. Hacían también la meditación todas las mañanas, durante la primera media hora después de levantarse, ellos solos, con libros oportunamente elegidos. Hacían también aparte la lectura espiritual, por la tarde. Se infunde a los novicios el espíritu de piedad con mayor eficacia, cuanto mayor sea su separación de los demás con quienes conviven; por esto se les separó también en el dormitorio y en el patio: se les asignó para los recreos un espacio al oeste de la iglesia de María Auxiliadora. Asistían a la santa misa y a las demás funciones desde el ábside, sin mezclarse con los demás. (**Es11.235**))
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