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((**Es11.189**) Es digno de nota que don Bosco no veía bien que los aprendices cambiaran de oficio y sostenía que ello les perjudicaba. Por eso el 30 de mayo avisó al que tenía la responsabilidad que no se permitieran tales cambios. <>. En cuanto a los estudiantes, para no amontonar cosas, nos limitamos a anotar los pocos detalles del 1875, que se refieren a las clases y a los estudios del Oratorio, intercalando algunas ideas pedagógicas de don Bosco. El hecho particular más digno de ser recordado es un apéndice provisional y atrevido que hizo don Bosco en las clases internas, inspirado por su celo incansable por el bien de la juventud. Cierto día, y a pocos pasos de María Auxiliadora, abrieron los protestantes una escuela elemental gratuita para los muchachos de la barriada. El dinero repartido a porrillo engañaba a la pobre gente. Era un desafío y don Bosco lo aceptó. Poco tenía él para dar: algún regalito a los que acudían el domingo al ((**It11.217**)) oratorio festivo, y nada más. Pero los internos rezaban y hacían muchas comuniones para que él pudiera arrancar de las manos engañosas las almas de los niños. Abrió entonces una escuela semejante para muchachos externos, y confió la dirección a don Domingo Milanesio. Este se entregó totalmente a ellos y dedicó a su obra el espíritu misionero, de que más tarde daría brillantes pruebas en la Patagonia. El resultado fue que, poco a poco, se fueron despoblando las escuelas protestantes, hasta que, entre abril y mayo de 1875, quedaron totalmente vacías, y todos aquellos chiquillos, liberados de los engaños protestantes, llenaron las clases de don Bosco, y los emisarios de la herejía tuvieron que cerrar y volverse con la música al lugar de donde habían venido con tanto descaro. Cuando cesó el peligro, don Bosco no abandonó a los nuevos hijos sino que aún hizo más. Para el curso 1875-1876 traspasó las escuelas a un lugar más cómodo, a la casa Catellino recientemente adquirida, y que, si no pudo ser habitada por los Hijos de María a los cuales la había destinado don Bosco, rindió este otro servicio no menos providencial. Y tampoco cerraba las puertas a los externos para ingresar en el bachillerato de los internos. El aumento de población en el naciente barrio de Valdocco, echaba de menos cada día la necesidad de escuelas secundarias, a poca distancia. (**Es11.189**))
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