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((**Es11.178**) la media hora que había entre la cena y las oraciones de la noche, para oír a unos, llamar a otros y dar órdenes. Hay una croniquilla que nos lo pinta al vivo en el momento de cumplir tal ocupación. Era la noche del 8 de julio. Cuando quedó libre el refectorio, hizo señas a don César Chiala, catequista de los aprendices, para que le aguardara, y habló con él sobre la impresión de unos fascículos de las Lecturas Católicas. Detrás de él se presentó don José Lazzero, prefecto de la casa, para hablarle de unas medidas a tomar para la buena marcha de la disciplina de los aprendices. Aún no había terminado, cuando don Julio Barberis, maestro de novicios, se le acercó para decirle que el Capítulo de la casa había propuesto por unanimidad que se proporcionaran unas vacaciones alegres a los clérigos, para que no les viniese el capricho de ir a pasarlas con sus familias, y para ello venía a presentar planes sobre el lugar, el tiempo, la duración, la modalidad, hasta que: -Todo está bien, concluyó don Bosco; pero esa casa apenas es capaz para albergar a quince personas. Por lo demás es adaptada. Que se hagan los arreglos ((**It11.204**)) necesarios. Y he aquí que llega don Celestino Durando, consejero escolástico general, y dice: -El profesor Rocchia querría imprimir en nuestra imprenta, dejándonos la propiedad, un libro suyo, sobre el cual me parece que usted le escribió su parecer. ->>Es un libro escolar? -Es un repertorio de frases latinas. Parece que no está mal. -Pero tendrá poca venta. -Los Escolapios lo usarían también en sus escuelas y ayudarían a su difusión. -Habla con Barale (el director de la librería) y entendeos. Mi parecer, sin embargo, es que se imprima por cuenta del autor. Después se presenta don Luis Guanella para exponerle su idea de un libro sobre la propagación de la fe para publicarlo en las Lecturas Católicas, y le traza su esquema. A continuación se acerca don Domingo Milanesio, director del oratorio festivo y de las escuelas externas, se pone al lado de don Bosco, que ya se disponía a salir, le acompaña mientras sube las escaleras, le pide que apruebe una nueva clase nocturna para los externos, y le explica cómo se podría hacer, según él. Con directivas tan continuas, concretas y seguras, se iban formando los hombres del provenir y conseguía que las actividades del Oratorio se desarrollasen sin complicaciones. (**Es11.178**))
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