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((**Es11.147**) Ministro exigía la inscripción de todos en una escuela normal, pero se concedía la facultad de presentarse a examen sin tal inscripción a los que pudieran acreditar haber realizado las prácticas de enseñanza durante un año. Por el contrario, otra circular del mismo Ministerio no concedía validez a esas prácticas, si no habían sido precedidas por los debidos exámenes. En conclusión, que no había que tener en cuenta las prácticas. Verdaderamente don Miguel Rúa se inclinaba a que no se presentara ninguno. Don Francisco Cerruti no era del mismo parecer; esto aconsejaba que se consiguieran diplomas, pero poquito a poco y sin armar bulla, como en años anteriores. El que se sintiera capaz, que se preparase. Y así se acordó. Antes se celebraban estos exámenes en Novara; pero ya no se podía ir allí porque aquella escuela sólo estaba equiparada, y las últimas disposiciones ministeriales ((**It11.166**)) exigían que los estudiantes libres sólo pudieran presentarse en las Normales regias. Se designó, pues, para presentarse la escuela normal de Pinerolo. Terminado este tema, pidieron algunos directores que se pusiera remedio a una irregularidad. Los hermanos que estaban de paso en una casa, salían y entraban y hasta comían fuera, sin decir nada al director local. Pero no era necesario determinar nada nuevo sobre ello; bastaba cumplir una decisión anterior por la que todo socio que se encontraba en una casa, distinta a la de su residencia ordinaria, se pusiera enseguida bajo la obediencia del director de aquella casa y no saliera ni hiciera nada contra las Reglas sin pedir el correspondiente permiso. Pero el amor a la regularidad aconsejó que se tomara un nuevo acuerdo respecto a los viajes no autorizados. Al multiplicarse los socios eran más frecuentes los viajes y, por tanto, también la necesidad de pasar por las distintas casas. >>Se debería tener siempre el debido permiso para aquellas permanencias? >>No prolongaría alguno con <>Y qué podría decir el director local, sin saber el verdadero motivo del viaje, su duración y el itinerario que debía seguir? Por consiguiente, todo director, cuando uno de sus súbditos necesitara pasar por otra casa, debía entregarle una carta de presentación en la que se indicara la razón del viaje y todo lo demás que al director extraño conviniera conocer. Que esa carta estuviera cerrada, pero que llevara en el sobre el sello del colegio de procedencia; de esta forma los porteros podían impedir la entrada a los simuladores disfrazados con el nombre de salesianos. Y que los directores rompieran enseguida el sobre, para evitar que otros pudieran por ventura aprovecharlo indebidamente. (**Es11.147**))
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