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((**Es10.955**) <>1. Después hizo que fuera comunicado también a los de las otras casas, con estas emotivas palabras: Doy gracias ante todo a Dios por haberme dejado escapar con vida, y después a todos vosotros por los cuidados que me habéis prodigado a lo largo de esta enfermedad, asistiéndome día y noche y dispensándome verdaderamente las atenciones de los hijos afectuosos con su Padre. Durante los años pasados solía hablar esta noche a los muchachos y darles un saludable recuerdo. Hoy he pensado reuniros a vosotros, y ((**It10.1037**)) con vosotros a todos mis queridos hijos, esparcidos por las diversas casas de Turín, Borgo San Martino, Lanzo, Alassio y Marassi, para daros mi aguinaldo y auguraros un feliz año nuevo. Buen ejemplo, os diré: Praebe teipum exemplum bonorum operum (muéstrate a ti mismo cual ejemplo de buenas obras), diré a cada uno de vosotros. Sí, todos los aquí presentes sois maestros; el que no lo es de ciencias debe serlo de moralidad; y por tanto, no suceda nunca que se inculque en los demás la práctica de una virtud, el cumplimiento de un deber, sin que seais los primeros en practicarlo. Nuestro Divino Maestro coepit facere et docere (comenzó por hacer y enseñar); haced vosotros de tal forma que nunca suceda que un joven os aventaje en la virtud, pues sería vergonzoso para el estado de perfección que habéis abrazado. >>Y cuál será la llave del buen ejemplo para nosotros? Son las reglas de la Congregación y especialmente la obediencia. Dadme uno observante de las reglas y obediente y veréis que es modelo en todo. Obediencia, pero no una obediencia que discute y examina lo que le mandan; sino una verdadera obediencia, que nos hace cumplir con alegría lo que se nos manda y lo cumplimos como algo bueno porque nos lo manda el Señor. No toca al inferior juzgar las cosas de la obediencia, sino al Superior que debe dar cuenta de todo y de todos, especialmente del alma de cada uno de aquéllos a cuyo frente púsole la divina Providencia. Obedite praepositis vestris et subiacete eis, ipsi enim pervigilant quasi rationem reddituri pro animabus vestris, (obedeced a vuestros superiores y estad sometidos a ellos, pues velan por vuestras almas como quienes darán cuenta de ellas). Y ahora que hablo de obediencia a los Superiores, quiero también hablar de la humilde dependencia mutua, de la corrección fraterna y de la obligación que tiene cada uno de recibir bien cualquier aviso, que le da un compañero y aun un inferior. Que no haya nunca entre vosotros críticas y murmuraciones; el que critica, de cualquier modo que sea, a su hermano es un traidor. íObediencia! Y esta obediencia a la regla y a los superiores no sólo hace que sirvamos de buen ejemplo a los demás, de suerte que quien nos ve glorifica Patrem nostrum qui in coelis est (a nuestro Padre que está en los Cielos), sino que producirá alegría en nuestro corazón, y cuando estemos en los últimos momentos de la vida será nuestro único consuelo. Siempre estuve convencido de ello, pero lo experimenté especialmente durante esta mi última enfermedad. El mayor consuelo que tenía era el pensamiento de que, por la gracia de Dios había hecho algo para su mayor gloria. 1 Lo tomamos de la copia que don Francisco Cuffía, Prefecto de Varazze, envió a don Juan Bonetti, director del Colegio de Borgo San Martino, en la que dice haberse esforzado por escribirla textualmente. (**Es10.955**))
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