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((**Es10.941**) que vuelva a admitirlo y, después de hacer las debidas amonestaciones a los culpables, tómense las medidas que pida el caso. >>No se critique o murmure de fulano o de mengano, ya sea hermano ya sea alumno, en presencia de otros alumnos; toda palabra debe pasar por el tamiz de la caridad, y el que tiene que corregir hágalo siempre en privado. >>No se manifieste nunca a los alumnos las disposiciones confidenciales tomadas por los superiores. >>No se hable nunca con ellos, ni con la servidumbre, de algún desorden sucedido en otro colegio, ni con los alumnos de una clase sobre lo acaecido en otra. >>No se les pregunte nunca cosas de conciencia, ni se investigue si uno se confiesa o no, si comulga o deja de hacerlo; esto pertenece a la prudencia del catequista. >>Cuando los profesores reprenden en clase a los negligentes, no hagan mención de la frecuencia con que reciben los sacramentos, como en contraste con su conducta. >>Guárdese en riguroso secreto el nombre de quien descubriere y ((**It10.1022**)) revelase una falta grave cometida en la casa; pero se puede avisar que hay en la comunidad quien observa y puede referir... >>No se alabe nunca a un joven en presencia de otros hermanos, porque estas alabanzas se divulgan y pueden llegar a ser causa de soberbia y de amistades particulares. >>Aunque está prohibido a los alumnos ponerse las manos encima, no haya precupación cuando esto se hace de refilón, y delante de los asistentes, jugando a tíngolo o a trincéa>> 1. En los días que pasaba en las diversas casas, siempre decía una buena palabra a todos los que encontraba. A un prefecto le hacía esta recomendación: -Recuerda que, también delante de los alumnos, quien debe figurar como el primero en la casa es el director; por consiguiente, tú procede siempre como representante suyo. Insistía en que no se omitiese nunca la lección semanal de urbanidad; en que, al ingreso de los alumnos, se tomara nota en registro a propósito de sus prendas de vestir, su ropa blanca y el equipo de cama; en que se tuvieran cuidados especiales para que también los más pequeños estuviesen aseados, y de que los peinara un clérigo, un coadjutor o también alguna buena señora entrada en años. 1 Eran dos juegos animados (en los que tomaban parte muchos jóvenes), que se repetían cada día en el Oratorio. (**Es10.941**))
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