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((**Es10.866**) de la misa, con piadosas pláticas y con la recepción de los sacramentos, en medio de diversiones a propósito, de las que apenas puede carecer la tierna edad. Excelentes sacerdotes de la misma Sociedad al frente de las escuelas devuelven con sapiente caridad, gratuita y amablemente, con la palabra, los escritos y el ejemplo, lo que gratuitamente recibieron. ((**It10.933**)) Ciertamente la Sociedad Salesiana es una luz poderosa, con la que se esconden amedrentados los malos tiempos; una luz que ilumina a los que viendo no ven, y descansan a la sombra de la tenebrosa ignorancia; voz que clama por plazas y aldeas, aparta de los malos principios a toda la juventud pobre y la enseña a guardar los mandamientos. Y no hay que olvidar, además, lo que todos proclaman como muy útil, me refiero a la tipografía, que ya produjo innumerables volúmenes editados con mucho trabajo y estudio por los miembros de la misma Sociedad. Estos y otros frutos se deben a la excelente institución, en la que, durante el tiempo de formación son cuidadosamente atendidos por el Superior con lecciones diarias y otros ejercicios espirituales, y con el estusiasmo con que, pasado el noviciado, se consagran a los estudios para el bien común. Hemos dicho noviciado; añadimos, menos aparente que los demás, pero verdadero noviciado, como conviene y reclama el bien de la Sociedad y de las almas. Pues es evidente que no se puede, sin peligro de su existencia, actuar abierta y casi ostentosamente a los ojos de los que destruyen las órdenes monásticas. Por lo cual esperamos pacientemente del Señor que lo que aún se desea más perfecto, cuando llegue la paz a la Iglesia, dará abundantes los medios que sirven para la perfección total de su obra. Además, para demostrar que los socios Salesianos son estupendamente formados en el mismo noviciado, omitiendo otras cosas que ya dijimos, puede servir de argumento: que cada año hay al menos un centenar de alumnos de sus escuelas que se inscriben en la milicia clerical, y que ciertamente no son la parte menor de los jóvenes que crecen en los seminarios subalpinos para esperanza de la Iglesia que no espera más del número que de la piedad y buena formación. Así, pues, añadimos nuestras preces suplicantes a las del sacerdote Juan Bosco para el fin propuesto. La Santa Sede, a la que profesamos máxima reverencia y obediencia hasta la muerte, juzgará lo que mejor sea, confiada en su divina sabiduría. Dado en Roma, a 11 de mayo de 1873. >> EMILIANO MANACORDA, Obispo de Fossano N.° XII Informe del Arzobispo de Génova Eminentísimo y Reverendísimo Señor: Mientras el hombre enemigo se preocupa por arrojar a manos llenas en el campo del Señor la cizaña de las malas doctrinas, y vemos con profunda tristeza de nuestra alma, cómo se desarrolla por todas partes, nada verdaderamente más digno de recomendación que las obras de estos siervos del Padre celestial, que se afanan por esparcir la buena simiente y trabajan para introducirla, primero, y sostenerla con hábil cuidado en el alma de los niños y de los adolescentes. Para tan laudable fin el sacerdote Juan Bosco, ((**It10.934**)) de ilustre fama, instituyó la (**Es10.866**))
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