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((**Es10.81**) Como yo estaba casi siempre presente en estas piadosas escenas, puedo asegurar que estas predicciones hacían más bien a nuestros jovencitos que diez tandas de ejercicios espirituales. Y éste era el único fin que inducía al siervo de Dios a hacerlas, especialmente en público. Nos recomendaba, sin embargo, que no comunicásemos por escrito estas cosas a nadie sino que todo quedase en confianza entre nosotros. Para asegurarme aún más de que estos vaticinios del Siervo de Dios no eran una piadosa estratagema para hacer el bien a los alumnos, la noche del jueves 19 de noviembre de 1874, hablando con él en su habitación, le pregunté, en el seno de la confianza, cómo hacía para anunciar con aquella espontaneidad la muerte de tantos jóvenes que aún estaban sanos y robustos, y especialmente la del que había anunciado hacía dos días, pronosticando que no volvería a hacer más el ejercicio de la Buena Muerte, y don Bosco, aunque con cierto reparo, me contestó: <>Vi que los de algunos estaban sembrados de lazos y que eran sumamente cortos. >>Finalmente descubrí a uno que no tenía delante de sí ninguna traza de sendero, pues terminaba a sus mismos pies y apenas si se distinguía en él el número 1875. Este es aquél que no volverá a hacer el ejercicio de la buena muerte, porque morirá en 1874, y tal vez vea apenas el 1875, pero no podrá hacer más dicho ejercicio>>. No hace falta decir que, según recuerdo, la predicción se ((**It10.79**)) cumplió plenamente. Pero debo añadir que nosotros estábamos acostumbrados a ver cómo se realizaban estos vaticinios, y nos habría causado asombro, como si se tratase de una excepción a la regla, el comprobar que alguna vez no hubiera sido así. De este sueño no tenemos más detalles. Sobre la realización de las predicciones de don Bosco, en su día y lugar, escribió don Juan Bautista Lemoyne estas líneas: En el año 1872, en el 1873 o en el 74, anunció que antes de terminar el año moriría un joven. Finalizó el año sin que ninguno pasara a la eternidad. Había, sin embargo, en casa un joven gravemente enfermo, el cual se negaba obstinadamente a recibir los Santos Sacramentos. Todos habían intentado hacerle deponer su actitud, pero en vano. En todas las instituciones de Turín se rezaba por esta intención. Finalmente, el enfermo moría en el mes de enero, después de haberse confesado con don Bosco y de haber recibido los Sacramentos. Los muchachos le hicieron notar cómo su predicción no se había cumplido. Ellos no conocían plenamente lo que había sucedido. Don Bosco les respondió: ->>Queríais que lo dejase morir sin recibir los Sacramentos? >>Iba a permitir semejante escándalo en esta casa? (Hubo, pues, una predicción, gracia de muerte retardada, y una conversión.(**Es10.81**))
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