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((**Es10.758**) Hasta escribiendo a monseñor Galletti por diversos asuntos le exponía en hoja aparte, el disgusto que había experimentado con las cartas impresas y con los ejercicios espirituales anunciados sin su permiso. El amable Obispo de Alba le envió esta hermosa, sincera y detallada respuesta: ((**It10.832**)) OBISPADO DE ALBA íTodo por Jesús, José y María! A 3 de septiembre de 1874 Mi venerado y querido señor Arzobispo: El primer folio de tu apreciadísima carta me trajo mucha alegría y luz; pero el segundo, que uniste a la misma, sobre tus relaciones con don Bosco, me causó una penosa impresión. Y ello por dos motivos capitales: 1.° porque parece que de él se trasluce alguna duda tuya acerca de mí, como si yo supiera que don Bosco habla mal de ti; y, más aún, que tolerara sus conversaciones cuando menos poco respetuosas contra ti, y por consiguiente yo me hubiera puesto más de su parte, que de la de mi amadísimo Arzobispo; 2.° porque, desgraciadamente, de las páginas que me escribes se colige que todavía no han mejorado en absoluto las relaciones de la Diócesis y de quien con tanto celo la gobierna, con las del pío Instituto de don Bosco; de modo que perdura todavía la triste diferencia y poco edificante discordia. Tocante al primero, me atrevo a afirmarte una sola cosa en mi defensa; y es que tal vez no tienes Prelado, Obispo, sacerdotes, ni seglar en el mundo, que te respete, admire, venere, te ame y se goce tanto en seguir tus huellas; nadie como yo que en todo tiempo haya hecho, dicho, escrito y fomentado todo lo que estaba en su poder, para crear en el oído y en el ánimo de los demás los profundos indelebles sentimientos que te profesa. Tocante al segundo, te observo in Domino que, precisamente por el vivo, grande y muy respetuoso amor que te profeso hubiera querido y quisiera conocer la manera para poder ahorrarte toda molestia, todo choque, todo desgarro del corazón, como me dices sufrir frente al espíritu de independencia que te parece descubrir y tener que hacer justa reprobación en la Obra, en la marcha de la naciente Congregación de don Bosco y especialmente en él, su Fundador y Jefe actual. Y este es el único fin (acerca del cual en primer lugar, de intento, me interpelas) el que me guió y animó en mi última visita personal a decirte algunas palabras sobre el verdadero estado actual de la Congregación; es decir, el de informarte por una parte, con toda claridad sobre unos documentos que yo mismo examiné en el aposento de don Bosco, y por otra parte, el de entender si me hubiera sido posible las diversas causas de tu desaprobación del espíritu del Instituto y ofrecerte y prestar mi ayuda para hacerlas desaparecer. Me parece que no tuve en ello, ni por sueños, otro fin menos recto ni menos amistoso. Pasando después a tu segunda interpelación, te contesto que no he visto que ningún escrito tuyo se esté imprimiendo en la tipografía de don Bosco; pero sí he visto en manos de don Bosco escritos tuyos llegados a él desde Roma, impresos en la tipografía de la Congregación de ((**It10.833**)) Obispos y Regulares (si no me equivoco), en los cuales tú opones por extenso tus observaciones contra ciertos puntos de las Constituciones vitales de su Instituto; por ejemplo, aquélla en la que dices no poder (**Es10.758**))
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