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((**Es10.667**) que hiciera la declaración de que no aceptaría ya ningún clérigo ex-seminarista sin el consentimiento de la Curia. Y he aquí la humilde contestación de monseñor De Gaudenzi: Vigévano, 5 de agosto de 1873 Excelencia Rvma.: Siento haber afligido su corazón, que quisiera siempre lleno de consuelos; estuve dudando algunos días si debía escribirle. Prevaleció el sí, sólo por el deseo de aliviar su ánimo, porque, lo repito, le quiero y le admiro. Sé que semejantes contrastes no pueden dejar de turbar el ánimo y el corazón de cualquiera, por muy fuerte e intrépido que fuere. No dejé, créame, de hacerle conocer la incongruencia y todo el mal que hay en oponerse a los deseos del Superior Eclesiástico y máxime de V. E., cuyo celo y doctrina todos conocen. Se me aseguró que nunca se encontraría en el conocido Personaje oposición, y ni siquiera repugnancia, en secundar los deseos de V. Excelencia; pero que el bien del Instituto pedía se aprovechase de los favores, que había implorado a la Santa Sede. No uno sólo, sino varios Eclesiásticos, distinguidas personas y un querido Prelado me informaron acerca de estas divergencias. Yo nada sabía de todo ello. V. Excelencia me dice que desearía conferenciar conmigo. Soy, lo reconozco, completamente inepto para casi toda otra buena, pero, si Vuestra Excelencia cree que esto puede ser útil, estoy dispuesto a lo que mande y aun cuando hubiese de hacer el viaje a pie, iría al punto. Estoy seguro de que don ((**It10.734**)) Bosco está dispuesto a todo, antes que faltar al respeto y reverencia a su Arzobispo, a quien tanto venera y estima. Tenga, Excelencia, esta mi carta, verdaderamente como una prueba de mi veneración y respeto. Siga dispensándome su benevolencia y créame tal como, besando su sagrada mano, me profeso de nuevo, De V. E. Rvma. Su seguro y afmo. servidor >> JOSE, Obispo Don Bosco quedó afligido al leer la carta del Arzobispo, y desde San Ignacio, donde se encontraba para confesar a los excelentes profesionales, que hacían ejercicios espirituales, volvía a hacerle estas diáfanas declaraciones: San Ignacio, 12 de agosto de 1873 Excelencia Reverendísima: El Obispo de Vigévano me comunica una carta de V. E., concerniente a mi persona, con la respuesta de V. E. Si no estuviese escrita por un Obispo diría que fue escrita de broma. Pero, en cambio, es de veras. Me desagrada y siento que V. E. tenga espinas, pero no puedo admitir que estas (**Es10.667**))
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