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((**Es10.391**) extraordinario; y los periódicos franceses habían protestado contra la anexión del Estado Pontificio a los dominios de Víctor Manuel, y se habían hecho vivas interpelaciones en Versalles sobre la cuestión de Roma. Tanto ((**It10.424**)) es así que, el 21 de julio de 1871, Miguel Angel Castelli escribía desde Moncalieri al ministro Lanza: <> 1. Austria no había elevado ninguna protesta por motivos políticos; pero, al igual de otras potencias, tampoco ella miraba con buenos ojos la ocupación de Roma; y, evidentemente para paliar, el gobierno italiano había promulgado la Ley de Garantías. Pero se quitó la careta cuando, con ocasión del Jubileo de Pío IX, se permitió ultrajar su dignidad de soberano. Los peregrinos, muchos de los cuales pertenecían a nobilísimas familias, llevaban la noticia de ello por todas partes. Era, pues, probable alguna reclamación política. Don Bosco juzgó que era aquél el momento oportuno para exponer al Gobierno unas reflexiones: -La necesidad de dar, después de la ocupación de Roma, una satisfacción a todos los católicos, atenuar la indignación y calmar los temores. -Demostrar con los hechos que la ley de garantías no era letra muerta y que el Gobierno entendía que el Papa era totalmente libre en el ejercicio de su autoridad espiritual. -Que pertenecía esencialmente a la Autoridad espiritual del Sumo Pontífice elegir a los Obispos y asignarles el gobierno de las ((**It10.425**)) diócesis. Que interesaba al Gobierno no oponerse, ni poner condiciones gravosas para su nombramiento, cuando quisiese 1 Véase: ENRIQUE TAVALLINI, obra citada, pág. 428. (**Es10.391**))
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