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((**Es10.223**)pues don Bosco no quiere que se hable de ello. Le escribiré a usted siempre lo que siento, veo y pienso. Mande rezar por el que, más que padre, es ángel de la Congregación y de tantos jóvenes>>. Al día siguiente se confirmaba a los Directores que el estado del enfermo no era alarmante. <>. 2. Serias preocupaciones El coadjutor Pedro Enría, llamado por don Bosco, llegaba a Varazze el día 12. Con él llegaron el ecónomo, don Angel Savio, y don Pablo Albera, director de Marassi. Este buen hermano no olvidó nunca la suerte de haber asistido a don Bosco durante su larga y grave enfermedad. En la deposición que hizo en el Proceso Informativo para la Causa de Beatificación y Canonización del dulcísimo Padre, la recordaba, arrebatado de afecto y de ternura: <>. Nada más llegar, voló al lecho del enfermo, que le recibió ((**It10.238**)) transportado de alegría. Pero íqué pena experimentó el buen hermano al verle tendido en el lecho, víctima del reumatismo que no le dejaba mover un brazo! Creía él que se trataba de una enfermedad ligera y le encontraba agravado por tercera vez de una erupción miliar, es decir, de vejiguitas rojas y perlinas del tamaño de granos de mijo. Y enseguida, al día siguiente, el clérigo Guidazio y Enría se repartieron la asistencia: éste tomó para sí todo el día hasta las dos de la noche y el clérigo continuó el servicio de las dos a las seis de la madrugada. Así pasaron casi un mes. Algún otro sustituía a Enría durante unas horas al día. (**Es10.223**))
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