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((**Es10.169**) Desde el segundo día, si no recuerdo mal, me rogó que le copiara un reglamento que tenía que imprimir y que estaba corrigiendo para el proyectado Colegio de Marassi. Acepté con gusto el encargo, pero me sucedía a menudo que, al copiar, no podía descifrar y comprender sus correcciones, por lo que tenía que acudir frecuentemente a pedirle explicación. El santo varón me atendió muchas veces; pero después, viendo que mis frecuentes llamadas a su puerta le distraían de las confesiones, me dijo: -Mira, como el tener que venir aquí a menudo nos hace perder tiempo a los dos, de ahora en adelante, cuando te tropieces con una frase obscura, que necesite explicación, di solamente <> y ya veras. >>Qué vi? Vi, con gran sorpresa, que, al pronunciar la jaculatoria que me sugirió, ya no necesitaba acudir a su habitación, con lo que seguí y acabé el encargo felizmente. Esto es lo que puedo en conciencia deponer, según me lo permite la memoria. Lo cierto es que, de entonces acá, creció muchísimo la estima y el afecto que yo profesaba al hombre de las maravillas y a su maravilloso instituto. Las obras del coro y de la nueva sacristía en el Santuario de Valdoco aún no se habían terminado, y como don Bosco recibió una limosna de la señora Eugenia Radice Vittadini por la curación de una hija suya, la destinó a este fin, según se desprende de la carta de acción de gracias, ((**It10.178**)) fechada en Turín, pero escrita en San Ignacio, como solía hacer con personas con las que no mantenía correspondencia continua: Apreciadísima Señora: A su debido tiempo he recibido su valiosa carta, acompañada de cincuenta liras. Se lo agradezco muy de veras, ya que llevamos entre manos algunas obras para acabar el coro y la sacristía de la nueva iglesia de María Auxiliadora y carecemos verdaderamente de medios para ello. Ruego a la Santísima Virgen que tenga y guarde bajo su eficaz protección a su agraciada hija y la conserve muchos años para consuelo de sus padres. No dejaré de elevar mis particulares oraciones según su piadosa intención. Que Dios les bendiga a usted y a su señor marido y a toda su familia y les conceda a todos muchos años de vida feliz con el precioso don de la perseverancia en el bien. Me encomiendo, junto con mis pobres muchachos, a la caridad de sus santas oraciones y me profeso con profunda gratitud, De V. S. Turín, 12-8-1871. Su atto. y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Se acercaba la fiesta de la Asunción. Su pensamiento volaba a la insigne bienhechora María, Marquesa de Fassati, y como no podía ir (**Es10.169**))
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