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((**Es10.157**) Pero la buena mujer insistió tanto que don Bosco mandó arrodillar al niño, le bendiijo, le regaló una medalla de María Auxiliadora y lo despidió, exhortando a la madre a tener confianza. Salió ésta casi segura de haber obtenido la anhelada gracia, y no se equivocaba. En efecto, volvió al Oratorio para presentar el hijo curado al Santo, el cual le dijo: -Procure dar una buena y santa educación a su hijito tan singularmente favorecido con las gracias del cielo; íésta es la más hermosa prueba de agradecimiento que espera de usted María Auxiliadora! Haga que crezca en el temor de Dios y que respete a la Iglesia y a sus ministros y, si Dios lo llamare para servirle más de cerca, íno tuerza su vocación, conságrelo a El! Aquel año concedía la Santísima Virgen a don Bosco otra gracia señaladísima en favor de toda la Iglesia, a saber, la resolución de iniciar su segunda familia religiosa en pro de la juventud femenina. Ya había preparado para ella la piedra fundamental con una humilde hija del campo, la beata María Dominga Mazzarello, natural de Mornese, encaminada por los senderos de la santidad bajo la dirección del sacerdote salesiano don Domingo Pestarino, recordado con veneración. En el sexto capítulo del presente volumen hablaremos del apostolado llevado a cabo por este digno ministro del Señor, especialmente con las jovencitas de la Compañía de las Hijas de María Inmaculada, de la que salieron, llenas de filial y generosa devoción a don Bosco, las primeras aspirantes para el nuevo Instituto; hablaremos también del pacientísimo trabajo realizado por el Santo para su formación religiosa y de las virtudes heroicas de María Mazzarello, elegida por unanimidad primera Superiora y después Superiora General. ((**It10.165**)) El gran concurso de devotos se renovó al domingo siguiente, 28 de mayo, solemnidad de Pentecostés. Y el primero de junio se reunían en el Oratorio los jóvenes de la nobleza, que habían estado al frente de las tiendecillas de la feria, para dar cuenta a don Bosco de la labor realizada. No fue extraordinaria la cantidad de dinero recogida, pero sí considerable, pues, deducidos los gastos hechos para la adquisición de objetos, libros y demás accesorios, casi llegó a las cuatro mil liras. El presidente, Carlos Diego Carrassi, Marqués del Villar, leyó estas palabras, al ponerlas en sus manos: (**Es10.157**))
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