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((**Es10.15**) diría yo que brota en el jardín de la Iglesia toda una floración de santos y de santas, se fundan nuevas órdenes religiosas y surge especialmente la Compañía de Jesús, que fue, y es, martillo de los Protestantes y ciudadela del Papado. >>Más tarde, opone Dios la dulce santidad de san Francisco de Sales y de san Alfonso M. ¦ de Ligorio a los errores de Jansenio; y en pleno siglo diecinueve, cuando las teorías revolucionarias despuntan en las masas populares y hacen germinar en ellas el socialismo, que ahora amenaza con desbaratar todo el cuerpo social, he aquí que aparece un humilde sacerdote, hijo del pueblo, que reúne en torno a sí lo más ruin y desamparado de la ciudad -los birichini (los pilluelos) de los suburbios- y, poco a poco, los amansa, los atrae, se enamoran de él, y de tal modo, diría, los hace suyos, que infunde en ellos su espíritu. De este modo nace, a orillas del río Dora, el pequeño Oratorio de don Bosco, el grano de mostaza que en pocos años se convertirá en árbol frondoso, a cuya sombra acudirán los hijos del pueblo desde todas las partes del mundo...>> 1. El fidelísimo Siervo de Dios, prudente como la serpiente y sencillo como una paloma, cumplió la divina misión de la manera más adecuada, adaptando al carácter del siglo, santificado por la gracia de Dios, el programa de su apostolado, lleno de movimiento, actividad, propaganda, espíritu de asociación e incesante desarrollo de la obra comenzada. Enseguida se vio en él al genio creador, resuelto a llevar a cabo obras colosales. Hasta el 1860, es decir, hasta que no tuvo al ((**It10.4**)) lado a sus primeros sacerdotes, procuró mantener oculto el programa que le había sido trazado por el Cielo; después comenzó a decir a las claras lo que él quería y debía hacer, y se le oyó repetir que la obra, por él emprendida para cumplir la voluntad de Dios, alcanzaría tal desarrollo que, por exagerado que pudiera decirse que era lo que afirmaba sobre su porvenir, a él le parecía que no sabía describir lo grandiosa que llegaría a ser. Los primeros destellos de este apostolado, y más aún alguna alusión a la expansión que tendría, despertaron dudas hasta en los que sinceramente le admiraban, al extremo de que dos buenos sacerdotes, compadecidos, trataron de llevarlo al manicomio. Incluso san José Cafasso, que le consideraba y proclamaba lleno del Espíritu de 1 Palabras del conde César Balbo de Vinadio, ante la tumba del santo en Valsálice, el 12 de febrero de 1911. (Boletín Salesiano en italiano, abril-1911).(**Es10.15**))
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