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((**Es10.1145**) un hermoso cuadrito a colores, con el venerado rostro del teólogo Borel y, además, pequeñas fotografías. Y en la Unit… Cattolica del 5 de abril se leía: ((**It10.1247**)) >>Quién no recuerda en nuestra ciudad al teólogo Juan Borel, aquel incansable y santo ministro de Dios que consagró su vida a la salvación de las almas en cárceles, institutos y misiones? Su recuerdo será siempre bendecido entre nosotros, y el perfume de sus virtudes, sobre todo de su celo apostólico, de su admirable sencillez y de su jovial amabilidad dejará profunda huella de su persona, para modelo del clero y edificación del pueblo cristiano. Ha sido, por tanto, muy feliz la idea de los sacerdotes del Oratorio de San Francisco de Sales en Turín, de perpetuar su querida figura en un cuadro, que ha sido después fotografiado y que, por haber sido hecho inmediatamente después de la muerte del siervo de Dios, conserva bien los rasgos de aquel rostro, iluminado con el candor de la santidad. Debajo de la fotografía hay una breve sentencia autógrafa con su firma. El que desee tener con este hermoso retrato un precioso recuerdo del santo varón, puede adquirirlo en el mismo Oratorio... Por fin, el día 26 de abril, fiesta del Patrocinio de san José, fue colocado en su altar, del Santuario de María Auxiliadora, el cuadro del Santo Patriarca. Fue bendecido solemnemente por el mismo don Bosco. Don Francisco Piccollo escribió, después de muchos años, estos recuerdos de la sagrada ceremonia: Los ojos de todos se clavaron en la tela que cubría el cuadro, con el ansia vivísima de ver si realmente era tan hermoso como lo habían descrito. Cuando la dulce imagen de san José apareció, tal y como don Bosco la había sugerido a Lorenzone, con su fusión de colores tan bien combinados, oyóse en el templo un suave susurro general: todos comentaban en voz baja sus impresiones. -Qué hermoso es san José, decía un compañero. íMira qué bonito es el Niño, cómo reclina la cabeza sobre el pecho del Santo!... ->>Ves el cestillo de rosas, decía otro, sobre las rodillas del Niño? Fíjate cómo se las da a san José y él las deja caer sobre el Oratorio. -Son símbolo de las gracias que nos quiere conceder, añadía un tercero. -Eso no es un cuadro, dijo uno, es algo que habla... es un sermón; basta ver para comprender enseguida qué es la devoción a san José y cuánto se interesa él por nosotros. Un toque de campanilla restableció el silencio entre los asistentes, mientras la voz argentina de don Bosco entonaba el Deus in adiutorium e invocaba los sagrados carismas, con que Dios enriquece los cuadros cuando, con la bendición del sacerdote, dejan de ser algo profano ((**It10.1248**)) para convertirse en algo sagrado. Y don Bosco bendijo la sagrada imagen, que parecía sonreír a aquella multitud de jóvenes, que ponían en él su más viva confianza; después cantó también la misa solemne. Yo estaba cerca del altar y pude admirar el devoto arrobamiento del Siervo de Dios, que alzaba a menudo los ojos al cuadro y cantaba con voz emocionada las oraciones del Santo. Más de cien cantores de voces juveniles interpretaron desde el (**Es10.1145**))
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