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((**Es10.1144**) Muy querido señor Comendador: Aunque con algún retraso, quiero cumplir mi deber y responder a su respetable carta. En realidad apresuré mi salida de Roma para intentar volver a ver por última vez a uno de mis más queridos hijos, al sacerdote don Francisco Provera. íDemasiado tarde! Llegué después de su entierro. Así plugo a Dios y así sea. Dejó un gran vacío en la administración de todo lo nuestro y estoy ahora estudiando cómo suplirlo de la mejor manera posible. ((**It10.1246**)) Todo lo perteneciente a nuestra Congregación quedó terminado con mucho éxito. Encontré benevolencia en todos, pero el Padre Santo se portó conmigo verdaderamente como padre afectuosísimo. Me ha acompañado el conocido Crucifijo. Está enriquecido con todas las indulgencias deseadas. Si lo cree oportuno, lo enviaré a Roma a su dirección; de lo contrario, lo pondré en sus manos cuando regrese a esta nuestra antigua capital. He hablado con nuestro Arzobispo, a quien encontré muy cortés, pero en posición muy difícil. Hace bastante tiempo aseguró, que no puede salir a la ciudad, porque es víctima de insultos por una y otra parte; así que da menos paseos. Sus sermones, a los que en otro tiempo acudía una gran muchedumbre, han llegado ahora a una lastimosa mediocridad. Podríase poner remedio a ello, pero >>cómo lograrlo, si el enfermo rehúsa médico y medicinas? Por la desenvoltura con que escribe su carta, parece deducirse que su salud sigue mejorando y éste es el fin de mis oraciones y de las de nuestros jovencitos, esto es, pedir a Dios que V. S. y la señora Eurosia gocen de buena salud y vivan todavía muchos años felices. En medio de tantas y tantas cosas, experimenté a mi llegada un gran consuelo. Estaban aquí, en Turín, los Directores de nuestras dieciséis casas 1, y después de haber hablado y observado todo, he podido asegurarme que los asuntos, la disciplina, la marcha administrativa estaban en el mismísimo estado en que se encontraban a mi salida para Roma, exactamente como si acabase de salir con dirección a aquella ciudad. El Señor les bendiga, a usted y a la señora Eurosia, y encomendándome a las oraciones de ambos, tengo el honor y el gusto de poderme profesar de V. S. Turín, 24-4-74. Afmo. y s. s. JUAN BOSCO, Pbro. >>Quién no admira la delicadeza del Santo para borrar todo recuerdo del litigio habido con el Arzobispo? Por aquellos meses, la librería del Oratorio había hecho reproducir 1 Con respecto a las dieciséis casas nuestras recuérdese la numeración que se hizo en el documento inserto en la Positio para el examen de aprobación de las Constituciones. (**Es10.1144**))
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