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((**Es10.1076**) una verdadera <>, después se empeñó y logró impugnarla. Turín, 2 de junio de 1873 Rvma. Madre: He recibido las seiscientas liras que me envió por correo; llegaron muy a tiempo: estaba nuestra pobre hacienda completamente exhausta. Sea todo para la mayor gloria de Dios, provecho material de nuestros muchachos y provecho moral de las Oblatas de Tor de'Specchi. En cuanto a las cartas de Ricchini de Génova, he enviado enseguida una a propósito. Aquél ya había enseñado su carta a uno de nuestros sacerdotes, el cual, ignorando su importancia, espetó el nombre del que la había escrito, pero esto no tiene ninguna consecuencia. Hay que distinguir dos sacerdotes Ricchini. Uno se llama Angel y es de conducta ejemplar. El otro Pablo, es una cabeza volcánica. Yo me había metido en este asunto estando en Roma, porque me parecía que ya estaba arreglado, pero una carta precipitada de Pablo, y la respuesta, que la señora Rosa Gattorno no hizo, dieron al traste con la cuestión. Ahora está todo en los tribunales, precisamente con el escándalo que yo quería evitar. ((**It10.1173**)) No se mezcle usted en nada, ni conteste a nadie. Pero no estaría de más que, si llegare a recibir escritos de este género, los leyera antes de arrojarlos al fuego, pues, como Superiora de un Instituto, en estos tiempos es bueno saber lo que se dice o se hace con relación a nosotros, o mejor, que nos puede concernir. Toda clase de bienes para usted, señora Madre, para toda su familia y para la señora Pepita. Me encomiendo a las oraciones de todas y me profeso en Jesucristo, Su atto. s. s. JUAN BOSCO, Pbro. La señora Pepita era sobrina del Papa y vivía con las Nobles Oblatas. Aquel año, entre ella, la marquesa Villarios y la madre Galeffi enviaron al Oratorio un giro postal telegráfico para ayuda de la obra. Don Bosco dio las gracias a la Presidenta y, a la par que le aconsejaba hiciera estos envíos por carta certificada, le aconsejaba también que llevara y mandara llevar a sus hijas una medalla de María Auxiliadora y rezaran cada día una salve. Le aseguraba que así no sería atacada ninguna de ellas por el cólera, que aquellos días hacía estragos en algunas partes, y volvía a repetirle que estuviera tranquila con respecto al porvenir del Instituto religioso, pues no sería suprimido. (**Es10.1076**))
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