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((**Es10.1075**) momento el corazón del oficial, le invitó a arrodillarse con él y rezar juntos unas plegarias a María Auxiliadora pidiendo la salud de la moribunda, y después lo despidió. >>Apenas había pasado una hora cuando volvía el oficial a toda prisa, pero radiante de alegría. Le advirtieron que en aquel instante el Director se encontraba con los piadosos bienhechores de la casa, reunidos con ocasión de la solemnidad, y no le era posible hablarle... >>-Dígale, en mi nombre, repuso el oficial, que, por encima de todo, necesito decirle una sola palabra... >>Al enterarse el Director de que se le reclamaba con tanta insistencia, se presentó al oficial. Así que éste le vio, emocionado y visiblemente lleno de alegría, le dijo: >>-En cuanto salí de aquí, fui corriendo a casa y íun milagro!: mi esposa, a la que había dejado moribunda en la cama, había sentido de pronto que cesaban los dolores y le volvían las fuerzas; pidió sus vestidos y, cuando yo entré, salió a mi encuentro, débil todavía, pero completamente curada. >>Y siguió contando la emoción experimentada, sacó un rico brazalete de oro y dijo: -Este es el regalo de bodas que hice a mi esposa; juntos lo ofrecemos ((**It10.1172**)) ahora de todo corazón a María Auxiliadora, a quien nos reconocemos deudores de esta inesperada curación>>. El Director volvió pocos minutos después a la sala donde estaban reunidos los bienhechores y, enseñándoles el brazalete, les dijo: <<-He aquí una muestra de gratitud por una gracia obtenida hoy mismo por intercesión de María Auxiliadora, cuya solemnidad celebramos>>. Aquél día comenzó el Señor a comunicarle particulares ilustraciones para bien de la Iglesia y de las Naciones, que se repitieron el 24 de junio, según resulta de la exposición que de ellas hizo con el título de <<24 de mayo de 1873-24 de junio de 1873>>, y de la carta enviada al Emperador de Austria 1. En cambio, seguía siendo grave la situación económica. <>, escribía a la madre Galeffi, Presidenta de las Nobles Oblatas de Tor de'Specchi, <>; y, al mismo tiempo, le informaba de que había dos sacerdotes genoveses uno de los cuales, de gran corazón, había dejado su herencia a la obra Salesiana; y que el otro, hombre muy original, 1 Véase el Capítulo I: 5. UN DON SINGULAR. n. 13. (**Es10.1075**))
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