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((**Es1.291**) padres, para no disgustarles después de tantos gastos y proyectos sobre un porvenir ya asegurado; el respeto humano ((**It1.355**)) ante los compañeros, para no parecer ligero e inconstante en sus determinaciones: son sentimientos que una y otra vez se suscitan en el ánimo de un seminarista y le turban y hacen de su vida una continua angustia. No son muchos los que Dios somete a semejante prueba; porque los candidatos al sacerdocio, antes de inscribirse en el clero, tienen, por la sabiduría de la Iglesia, medios seguros para cerciorarse moralmente de su vocación. En general, la defección de los que llegaron hasta los últimos años de los estudios sagrados, se debe a una conducta irregular o a una irreflexión culpable. El amigo de Juan no fue uno de éstos; así lo demostró con su ejemplar vida cristiana hasta sus últimos días en los honrosos cargos que ocupó; vida que él sostuvo gracias a las disciplinas teológicas estudiadas en el seminario. Y es que él, en aquel tiempo comenzó a preocuparse, prefería la soledad y por timidez no se abría con ninguno. Sus padres, excelentes cristianos, al darse cuenta en vacaciones de su cambio, escribieron a Juan para que fuera a Pinerolo y tratara con su hijo el asunto que tanto les interesaba, como era su porvenir. <>.1 Juan, dejando todo lo que tenía entre manos y sometiéndose a la incomodidad del viaje, voló al lado del amigo, se quedó allí varios días, habló largamente con él, sin insistencias importunas, como solía hacer en casos semejantes, cuando no se manifestaba evidente la voluntad del Señor; y por las respuestas afirmativas, pero no decididas, pudo entender que probablemente no seguiría la carrera eclesiástica. Animóle, pues, a dejar de lado toda angusta, ((**It1.356**)) sugirióle las normas oportunas para proceder con seguridad en la resolución a tomar, y le dejó tranquilo. En efecto, al año siguiente, seguro de sí mismo, dejó serenamente la sotana. Aníbal Strambio fue más tarde cónsul en Marsella, mantuvo siempre afectuosa amistad con don Bosco y, cuando llegaronlos famosos decretos de expulsión de los religiosos en Francia, colaboró eficazmente para salvar las casas salesianas. 1 Prov., XVII, 17. (**Es1.291**))
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