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((**Es1.253**) y lamentando la pérdida que experimentaría Castelnuovo, trató de persuadirle durante la comida a que renuciara a aquel plan, que no le parecía bien pensado; y, según parece, le exhortó a aconsejarse con don Cafasso. Era la mejor de las propuestas. Aunque Juan no tenía todavía amistad con el joven y santo sacerdote, estudiante de moral en Turín, ((**It1.304**)) era precisamente el único, a quien podía dirigirse con seguridad. Se podría afirmar de don Cafasso: <>.1 Fue Savio a visitar a don Cinzano, con quien tenía gran confianza, para interesarlo en favor de Juan, diciendo que ya era hora de ponerse todos de acuerdo para ayudarle a terminar los estudios, y que le ocasionaba gran pena verlo entrar en un convento. El ecónomo, que conocía a juan por su fama de virtuoso y aplicado, y a través de una carta de recomendación que había recibido del teólogo Arnaud de Chieri, le respondió que con gusto pondría parte del importe, pero que, entretanto, se dirigiera al caballero señor Juan Pescarmona, alcalde a la sazón en Castelnuovo, para que también él pusiera una buena parte. Con esto se despidieron; Savio mandó a Juan a casa diciéndole que volviese con su madre dentro de tres o cuatro días y que confiara en el Señor. Entretanto se presentó él mismo al caballero Pescarmona, señor muy generoso para Castelnuovo, fundador de obras benéficas, como la del Asilo, la de seis dotes anuales de trescientas liras cada una, para seis muchachas pobres del pueblo, y de varias otras instituciones, y le expuso la situación del joven Bosco, instándole a que concurriera a cubrir aquel gasto. El señor aceptó de buen grado la petición y sugirió a Savio que hablara además con el señor Sartoris, muy benemérito de los pobres. Sartoris también condescendió con gusto; y se llegó a la conclusión de que el ecónomo don Antonio Cinzano, el caballero Juan Pescarmona y el señor Sartoris pagarían siete liras mensuales cada uno, hasta el término de aquel año. Margarita Bosco se dirigió con el hijo a Castelnuovo, recibió la grata noticia conmovida hasta las lágrimas y con el más vivo reconocimiento volvió a I Becchi dando gracias a Dios. ((**It1.305**)) Tal es en resumen la relación que hizo Juan Turco, hijo del difunto Domingo, al sacerdote salesiano don Segundo Marchisio, afirmando que todo ello se lo había oído contar a su suegro Evasio Savio, fallecido el 14 de mayo de 1868. El relato fue confirmado por su hermano José Turco. 1 Prov., XIV, 33. (**Es1.253**))
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