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((**Es1.24**) manejando traidoramente el puñal y amenazando de muerte a los legados, jueces y testigos, para que los asesinos no fuesen condenados. Los carbonarios, en el artículo treinta y tres de su pacto social, habían establecido que, una vez proclamada la república, la religión de la península unida sería la religión cristiana, que debería tornar a su pureza primitiva en un concilio general de todos los obispos reelegidos o confirmados. Y en el artículo treinta y siete ordenaban: <((**It1.8**)) de Patriarca de Ausonia, recibiendo, en compensación de sus rentas temporales incorporadas al tesoro de la República, una indemnización personal, pagada todos los años mientras viva..., que no podrá pasar a sus sucesores. Si, después de su muerte, el sacro Colegio de Cardenales eligiera un nuevo Papa, éste deberá transferir su sede fuera del territorio de la República 1>>. Pío VII, con Bula del 13 de septiembre de 1821, excomulgaba a la multitud de hombres malvados, reunidos contra Jesucristo, afiliados a las logias carbonarias y demás sociedades secretas. Los soberanos de Europa, entre tanto, viendo que, no sólo en Italia, sino también fuera de ella, brotaban por todas partes temores de rebelión, se reunieron en Verona, en octubre de 1822, para encontrar remedio, según sus criterios, a tan graves peligros. El duque de Módena, Francisco IV, aconsejaba a los gobiernos proteger la religión, devolver a la nobleza su prestigio, refrenar la prensa, disminuir el número de estudiantes en las universidades, ampliar y favorecer más el respeto a la autoridad paterna, abreviar los procesos políticos. Pero no se le hizo caso; y así, la revolución y las sectas crecieron precisamente por la irreligión, por la cobardía de la nobleza, por la libertad de prensa, por el desprecio de la autoridad paterna; y encontraron nuevos adictos en los innumerables abogados sin clientes, ávidos de embrollos para sobresalir con sus charlatanerías; en los médicos, en los ingenieros, en los doctores de toda clase, sin patrimonio, incapaces de trabajo material, ineptos para el trabajo intelectual, los cuales se entregaban a las sectas, corrompían a jóvenes sin número de esclarecido talento y soliviantaban a los pueblos para probar fortuna. Y las potencias de Europa creían que, para vencer a las sectas, bastaban los patíbulos y el terror. ((**It1.9**)) De 1821 a 1830 las sectas que, como una tupida red, habían dominado la Romaña, continuaron su labor asesinando magistrados y 1 Filippo Antonio GUALTERIO (1818-1874). Ultimi Rivolgimenti Italiani, publicado en Florencia (1850-1851) en cuatro volúmenes; V.I., doc. 4, pág. 167 y siguientes. (**Es1.24**))
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