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((**Es1.234**) Juan. Este, en efecto, entre otras virtudes, daba pruebas de humildad en su trato con los condiscípulos. Aquel mismo año un compañero le quitó secretamente un cuaderno, copió un soneto cambiando alguna que otra palabra, y luego lo hizo pasar de mano en mano entre los condiscípulos, afirmando que era suyo. Mientras saboreaba las alabanzas que todos le tributaban, unos días después aquel escrito cayó en manos de Juan, el cual sin darse por ofendido por aquella descortesía y sin atribuirse el honor del trabajo, guardó silencio, pues le repugnaba avergonzar al amigo; pero escribió al pie del soneto esta frase: Est ne de sacco ista farina tuo? (Es de tu saco esta harina?), lo dobló y, por un tercero, lo devolvió al vanidoso ladronzuelo. Conocidos que fueron en Chieri su piedad y su temple, sus habilidades y su maravilloso aprovechamiento en los estudios, muchas familias le buscaban para que diera repaso a sus hijos; algunos, compañeros de clase, y otros, de clases superiores de humanidades y retórica; ((**It1.277**)) así empezó a dar clase y a atender alumnos en las casas particulares. Fin principal de Juan era hacer el bien, pero no rehusaba las pequeñas retribuciones que le ofrecían. Así la divina Providencia le proporcionaba los medios para proveerse de lo que necesitaba para traje, ropa blanca, objetos de clase y demás gastos, sin ocasionar molestias a la familia. Por todas partes le llamaban para entretener a las familias, y él se prestaba a ello de buena gana, siempre que podía hacerlo sin daño para sus estudios o la virtud. Hemos oído exclamar a más de uno que trató con él en aquellos años: -íEra tan bueno que no podía serlo más! - Era consejero de los compañeros, era pacificador y hasta maestro en el camino de la perfección. Efectivamente, la Sociedad de la Alegría seguía sus actividades, con gran provecho para sus asociados. Entretanto, estaba ya para cumplir los dieciocho años y aún no había recibido el sacramento de la confirmación. No era muy frecuente en aquellos tiempos la administración del santo crisma por los pueblos del campo. Pero aquel año, el celo del teólogo Vaccarino proporcionaba esa suerte a los feligreses que no lo habían recibido. Juan se puso en seguida de viaje y recibió el santo crisma en Buttigliera de Asti, el 4 de agosto de 1883, de manos de monseñor Juan Antonio Gianotti, arzobispo de Sássari, siendo padrino el señor José Marsano y madrina la condesa Josefina Melina. No tenemos noticias de cómo nuestro Juan se preparó a tan grande acto; pero, por los evidentes efectos que manifestaron en él los dones del Santo Espíritu, podemos muy bien deducir la viveza de su fe. (**Es1.234**))
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