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((**Es9.870**) legislación de la triste herencia de los radicales y redactó un proyecto de ley para devolver a la Iglesia y al clero la plena libertad en el ejercicio del sagrado ministerio y la administración de los bienes eclesiásticos. El Gran Consejo ya había aprobado la ley. Pero los radicales y la francmasonería empezaron a combatirla rabiosamente, sin ahorrar ningún medio para atropellar el sentido de la ley, propagando que se pretendía convertir al Estado en esclavo de los curas. En un principio lograron engañar a muchos ciudadanos, quienes con sus firmas favorecieron la petición del referéndum. En menos de un mes se habían recogido más de nueve mil, que representaban casi la mitad de los que tenían derecho al voto, y los radicales habían concebido las más placenteras esperanzas, no sólo de impedir la aprobación de la ley, sino también de volver a obtener el poder perdido. Habían organizado un pronunciamiento en los principales centros del Cantón: bandas armadas, que debían caer sobre la capital Bellinzona; y habían designado las personas que querían formar el Gobierno provisional, y preparado manifestaciones y ((**It9.983**)) escandalosas mascaradas, en las que debían figurar sacerdotes, frailes, monjas, obispos y el Papa. Las cosas habían llegado a tal punto que solamente Dios podía salvar al Cantón Tesino de una irremediable ruina. El Gobierno, durante algunos días, pasó serias preocupaciones y temores. En tales angustias escribía don Angel Modini a don Bosco, el cual le respondía por medio de don Miguel Rúa: Turín, 22 marzo de 1886 Rvmo. Señor Cura Párroco: He recibido su atenta carta del 18 de los corrientes y sus donativos, que agradezco de corazón, y ruego a V. S. extienda mi agradecimiento a las piadosas personas que los ofrecen. Ya se ha celebrado una misa y las otras se celebrarán, según las intenciones señaladas, lo antes posible. Puedo asegurarle, entre tanto, que nosotros rezamos sin cesar para que todo resulte a favor de la Iglesia ticinense, y ya nuestros huérfanos comulgaron varias veces por este fin. Esperamos que María Auxiliadora haya bendecido las votaciones de ayer. No hay que extrañarse de que el infierno se esfuerce para ganar la partida, y, aún después de haberla perdido, seguirá esforzándose para destruir los efectos que la Iglesia podrá conseguir con la victoria. Por tanto, ánimo y adelante. La fábula de la lucha entre Hércules y Anteo es siempre rigurosamente cierta para nosotros los católicos. Anteo recuperaba sus fuerzas tocando a la tierra, su madre. La Iglesia, o, por mejor decir, sus hijos recobran su primer vigor y son invencibles, siempre que se confían al brazo de María Auxilio de los Cristianos. íSea, pues, Ella también quien venza y derrote al común enemigo! (**Es9.870**))
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