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((**Es9.841**) y el Subgobernador de Mondoví (el actual señor Buscaglione) rogaba al señor Besio, en nombre del Gobierno, que abriera para el servicio público el molino que acababa de comprar a Hacienda. El señor Besio, aunque había comenzado a derribar dicho molino, porque quería reconstruirlo a estilo de los anglo-americanos, como lo hizo, condescendió sin embargo con los deseos del Gobierno y abrió para el servicio público el propio edificio, sin cobrar más que la mítad de la tasa, y eso para no gravar demasiado la bolsa y la susceptibilidad de los que acudían. Con este hecho y con la influencia que supo ganarse entre los obreros, impidió que se llevase a cabo la revuelta general que se tenía por cierta. Y si, por una parte, el hecho mereció la aprobación del Gobierno y de los buenos, le acarreó, por otra, al señor Besio tales peligros para su propiedad, que el mismo Subgobernador colocó durante más de treinta días un pelotón de soldados en los edificios de su propiedad. Y no hablo de la caridad que tanto le distingue; nadie puede decir que haya recurrido a él en vano; la miseria siempre encontró socorro y las calamidades y enfermedades hallaron remedio. Contribuyó con sus propios medios a la construcción de la carretera junto al río Ellero, desde el llano del Valle hasta Borgasto. Con ella evitó ((**It9.949**)) serias incomodidades y facilitó el camino a los viajeros, a los carros y a los coches públicos y particulares. Finalmente, habiendo sabido que los muchachos internados en el establecimiento, llamado de San Francisco de Sales, atravesaban graves dificultades para pagar facturas vencidas y para proveerles el pan de que carecían, movido por un espíritu de auténtica caridad les hizo el bonito regalo de cinco mil liras. Por todos estos títulos, y por el buen uso que seguirá haciendo de sus bienes, se presenta a V. E. humilde y fervoroso ruego para que se digne conceder al señor José Besio la condecoración de san Mauricio y san Lázaro. De V.E. Humilde recurrente JUAN BOSCO, Pbro. Excelentísimo Señor: Entre las personas dignas de ser distinguidas por la benemerencia pública parece merecedora de ello la familia del señor José Zucchi, banquero en esta ciudad de Turín. La señora Luisa Zucchi, esposa del mismo, célebre pintora, trabaja continuamente en obras artísticas para regalarlas a Institutos públicos, como resulta por los certificados adjuntos. Su marido, emulando su espíritu benéfico, ha hecho diversos donativos de esta clase, y últimamente regaló varios cuadros preciosos que constituyen serio ornamento de la iglesia recién terminada para comodidad de los vecinos de Valdocco, bajo el título de María Auxiliadora. Tiene él costumbre de hacer beneficencia en la ciudad y en otras partes, como ha podido comprobarlo muchas veces el que suscribe. Hace muy poco, al saber que cerca de ochocientos pobres muchachos, internados en la casa llamada de San Francisco de Sales, carecían de ropa blanca y de vestidos en la actual estación, les socorrió generosamente con la bonita suma de cuatro mil liras. (**Es9.841**))
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