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((**Es9.79**) Don Bosco, a su vuelta de Milán, escribía a Roma, exaltando la bondad de María Auxiliadora. Turín, 11-2-1868 Carísimo señor Oreglia: La princesa Borghese ha respondido negativamente sobre la iglesia. La Duquesa de Sora no escribió nada hasta ahora para el reverendo Molinari. Si no se toma una decisión, tal vez él tome otro partido. El conde Scotti ofreció algo a monseñor Manacorda para la iglesia. He escrito una notita anónima a monseñor Berardi. Las cosas de nuestra sociedad van tomando buen cariz; el Obispo de Casale la aprobó definitivamente como Congregación diocesana. Cada día hay cosas, unas más ruidosas que otras, sobre María Auxiliadora y la iglesia. Harían falta volúmenes; hablaremos después de todo. >>Cuándo vendrá? Las medallas, según el modelo que usted me dio, costarían aquí alrededor de dos céntimos la unidad; no habría los gastos de portes y derechos de consumos. Saludos de todos los de casa; salude atentamente a la marquesa Villarios y dígale que se ponga buena y ruegue por nosotros. Nosotros lo hacemos por ella. Que Dios bendiga a usted y sus trabajos. Amén. He escrito al duque Salviati sobre Vigna Pía; creo que aceptaremos; nos conviene; vaya a hacerle una visita; escuche atentamente y escríbame. Deo gratias! Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. El día 13 llegaba a Mirabello. íEs de imaginar el recibimiento que le hicieron! El Venerable aseguró a todos que el sueño de las muertes predichas no se refería de ningún modo a los alumnos del Seminario Menor. La explicación de los aguinaldos y las confesiones le tuvieron ocupado de la mañana a la noche. Los muchachos estaban entusiasmados o conmovidos ante la conformidad de sus palabras y el estado ((**It9.74**)) de sus almas. El les recordó las glorias del colegio, los santos compañeros difuntos, les invitó a imitar las virtudes de Ernesto Saccardi, de Franciseo Rapetti y de José Allievo, hijo del ilustre profesor de Pedagogía, que murió en Milán a la edad de once años el 5 de julio de 1867 y del cual don Juan Bonetti había escrito y pronunciado una magnífica oración fúnebre. Por aquellos días sucedió un hecho gracioso, que don Juan Garino nos dejó escrito: <(**Es9.79**))
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