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((**Es9.785**) por parte de sus amigos de Turín; después en nombre de las personas más consideradas de la ciudad, que de una u otra forma colaboraban con él; finalmente del pueblo y de la nobleza que en este día se volcaba todos los años en el Oratorio para aplaudir, junto con sus hijos, a don Bosco.>> En 1870 una agradable sorpresa acrecentaba el esplendor de esta fiesta: empezaba con ella la anual demostración de los antiguos alumnos. Algunos obreros, de los primeros educados por don Bosco, se propusieron celebrar con algunos regalos y con su presencia la fiesta onomástica del Sacerdote que, con paternales y amorosos ((**It9.885**)) cuidados les había recogido en su juventud y les había encaminado por la senda de la virtud. Como era de imaginar, su noble proyecto triunfó. Tan pronto como corrió la voz, se recibió en todas partes con señales de la más viva complacencia, y muchísimos, también sacerdotes, un día alumnos del Siervo de Dios, pidieron en los años sucesivos unirse al pequeño grupo y llegaron a formar una sociedad numerosa, dirigida por una Comisión directiva. El espíritu que siempre les animó lo describió el profesor Maranzana, en el homenaje de 1893. <> Dice el canónigo Berrone que don Bosco demostraba a los antiguos alumnos, que iban cada año a ofrecerle el homenaje de su agradecimiento y sus augurios, una paternal cordialidad y les invitaba (**Es9.785**))
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