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((**Es9.695**) obispo de Saluzzo y monseñor Riccardi di Netro, arzobispo de Turín. Don Bosco por su parte, junto con otros obispos, prelados y teólogos, sostenía calurosamente tal oportunidad, señalando que la definición dogmática acabaría con los errores del Galicanismo, difundido por Francia y con el Febronianismo de Alemania; y señalaba, además, que era necesaria para las misiones y en el caso de que el Sumo Pontífice se volviera a encontrar en los dolorosos apuros de Pío VII. Monseñor Gastaldi, obispo de Saluzzo, había quedado dudoso ante las razones de Dupanloup, que le invitaba a aumentar el partido de la oposición; antes de salir para Roma, pasó por el Oratorio y sostuvo una larga conversación con don Bosco sobre el tema, según afirma don Miguel Rúa. Así que el Venerable, no sin motivo, vivía con cierta inquietud y por ello rezaba y hacía rezar por la Iglesia. Tampoco en Roma se dejaba de discutir sobre la infalibilidad; ciertamente él debió experimentar un gran alivio al saber que el 25 de diciembre de 1869 el Arzobispo de Malinas había adelantado la proposición de definirla como artículo de fe. Desde aquel momento se convirtió en el tema más importante del Concilio. El 6 de enero, fiesta de la Epifanía o de la manifestación del Señor, se celebró la segunda sesión del Concilio Vaticano, en la cual los Padres, según el rito, hicieron, uno después de otro, comenzando por el Sumo Pontífice, la solemne profesión de fe. La víspera de aquella memorable solemnidad don Bosco vio en sueño cuanto vamos a exponer a continuación: fue el mismo Siervo de Dios quien escribió lo que vio y oyó. <>((**It9.780**)) Para El no hay distancia de lugar o de persona. Sólo El en su infinita misericordia y para su gloria puede manifestar las cosas futuras a los hombres. >>La víspera de la Epifanía del corriente año de 1870 desaparecieron todos los objetos materiales de mi habitación y me encontré ante la consideración de cosas sobrenaturales. Fue algo que duró breves instantes, pero fueron muchas las cosas que vi. Aunque de forma y apariencias sensibles, no se pueden comunicar a los demás sino con mucha dificultad con signos exteriores o sensibles. Cuanto sigue podrá dar una idea de ello. En todo esto se encuentra la palabra de Dios acomodada a la palabra del hombre. (**Es9.695**))
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