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((**Es9.666**) No dejó de presentarse en varios despachos, pero no consiguió nada. Le recibían con exquisita cortesía y respeto, escuchaban sus razones, exponían los criterios generales que habían sugerido esta deliberación y le prometían que con el tiempo no sería difícil obtener la solicitada reducción. Cuando, por fin, vio don Bosco que no podía esperar nada, se dirigió al Gobernador de la Ciudad, el conde Radicati. Ilmo. Sr. Gobernador: Ya en tiempos pasados fue siempre V. S. Ilma. insigne bienhechor de los muchachos pobres internados en el Oratorio de San Francisco de Sales, lo cual me hace esperar que también al presente se digne recomendarme para la finalidad que brevemente le expongo. Mientras los Ferrocarriles fueron administrados por el Gobierno, nuestros alumnos y sus superiores gozaron siempre de transporte gratuito, como siguen gozándolo en los Ferrocarriles Romanos y del Sur. Cuando pasaron a manos de la nueva Administración, denominada del Norte de Italia, se nos concedió el insigne favor de una reducción del 75 por 100, como suele concederse a los necesitados. Pero, después de casi dos años, con motivo de que uno de nuestros muchachos, al volver a Turín, se dejó persuadir para ceder a otros su propio billete, se redujo el favor a mitad de precio, según carta del mes de abril de 1867, hasta que otro muchacho corrigió el número de uno de los billetes en la estación de Puerta Susa, y entonces se quitó todo el favor al establecimiento, pese a que él no tenía ninguna culpa, ya que ((**It9.747**)) siempre se había empleado toda la vigilancia posible para evitar cualquier desorden entre nuestros alumnos en el uso de los billetes. Pero después de este suceso, no sólo se nos quitó el favor individual, sino incluso el que se suele conceder indistintamente y por regla general a todos los centros de educación, cuando los alumnos viajeros alcanzan el número de doce. Añadióse después un nuevo disgusto al quitar también esta facilidad a otras casas, aduciendo como motivo que dependían del que esto escribe. Por ejemplo, en el pasado septiembre, el Seminario Menor de Mirabello, cuya administración nada tiene que ver con el que esto expone, pidió el acostumbrado descuento para doce alumnos. Se les respondió que tenían que presentar la instancia del Alcalde del pueblo. Hízose esto, con pérdida de tiempo y de dinero, y se les respondió que no se podía conceder aquel favor, por cuanto el establecimiento dependía de mí, como arriba indico. Con estos antecedentes, ruego a V. S. Ilma. se digne recomendarme bondadosamente a la Dirección de Ferrocarriles del Norte de Italia, a fin de que me conceda, no ya los primeros favores, sino solamente los beneficios que conceden a todos los centros educativos. Puede V. S. manifestar que este nuestro Establecimiento, siempre recibió a los muchachos que por orfandad u otras desgracias ocurridas en los ferrocarriles, nos fueron enviados por la Dirección de los mismos. En la actualidad llegan éstos casi a veinte. Continuarán en el internado y, de no suceder nada en contrario, no se rechazará ninguna nueva recomendación; pero pido, al menos, no ser excluido de los favores comunes. Si V. S., señor Gobernador, me hiciere esta recomendación tendrá (**Es9.666**))
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