Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es9.647**) podrá don Bosco pagar anticipadamente dichas dos mil liras o retardarlas hasta la edad de los treinta años, siempre que en su prudencia crea que esto pueda resultar útil o conveniente a mis dos dichos sobrinos>>. Don Bosco se cuidó de los huérfanos y, como les viera dotados de ingenio despejado y de buenas cualidades morales, y también para secundar sus deseos, les dedicó a los estudios de la carrera eclesiástica, a la que mostraban inclinación. Domingo hizo petición formal a don Bosco para estudiar, diciendo que renunciaba a toda futura compensación que pudiera exigir. Así que el Venerable mantuvo a los dos hermanos durante todos los estudios de latín, filosofía y teología, sin percibir de ellos ninguna ganancia. Llegaron a sacerdotes y el hermano mayor, César, se quedó con nosotros hasta la muerte. El más joven, Domingo, se insubordinó y quiso salir. Don Bosco, que había logrado dotarle, antes de la ordenación, de una patrimonio eclesiástico, le permitió que se agregara al clero diocesano. Domingo, que salió pocos días antes de cumplir los veinticinco años, exigió las cien liras de pensión anual y las otras dos mil, pero don Bosco no cedió a la petición, esperando que se aviniera a mejores razones. Hay que notar que los bienes dejados en la herencia a don Bosco consistían en unas humildes casitas, cuyo valor en conjunto no pasaba de las cincuenta mil liras, aun cuando muchos años después se hayan vendido a un precio discreto, al ser expropiadas por el Gobierno para la construcción de un parque de artillería. Pero era una realidad que el Venerable había gastado bastante más para la educación de los dos hermanos, y aunque no fuera más que por eso, juzgaba exorbitantes aquellas pretensiones. Todos cuantos conocían bien el asunto condividían cordialmente el disgusto por el modo de proceder de don Domingo Bongiovanni. ((**It9.726**)) Así monseñor Gastaldi, en una carta al teólogo Golzio, Rector de la Residencia Sacerdotal de San Francisco de Asís, donde don Domingo se encontraba estudiando la Moral práctica, protestó seriamente de que se hubiera permitido un pleito contra persona tan respetable como era don Bosco. El Venerable defendió, a través de procurador, lo que estaba persuadido que era su derecho, sobre todo porque Buzzetti, tutor de los huérfanos, conocía y había indicado claramente las intenciones de la testadora; y, acabada la cuestión, con su ánimo suave y sereno, perdonó de corazón a quien le había ocasionado daños y disgustos. (**Es9.647**))
<Anterior: 9. 646><Siguiente: 9. 648>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com