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((**Es9.637**) ((**It9.714**)) Enseñad con gusto el catecismo, contad los ejemplos de caridad dados por los santos, ejemplos que demuestran la misericordia y la justicia de Dios, y que serán escuchados con avidez... íCuántos muchachos esperan instrucción religiosa, explicaciones de la santa ley de Dios! Preparadlos para recibir con frecuencia los santos sacramentos... Parvuli petierunt panem, et non erat qui frangeret eis (Los pequeñuelos piden pan: no hay quien se lo reparta) (Lm IV, 4). Nosotros hemos elegido en este mundo lo mejor: salvar las almas. Verdad es que no somos suficientes para la necesidad, porque son muchos los que necesitanayuda para salvarse. Pero hagamos lo que podamos. El campo está abierto. Desde el Imperio Birmano, desde Africa, desde América, de Génova, de Roma, nos escriben reclamando nuestra acción. Rogad al Señor que mande obreros: Messis... multa... operarii autem pauci. Rogate ergo Dominum messis, ut mittat operarios in messem suam (La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies) (Luc X, 2). íAnimo! Salvad las almas, lo más divino entre las cosas divinas. Digan los hombres del mundo que ya ha pasado el tiempo de los religiosos, que los conventos se hunden por todas partes; nosotros, a cualquier costo, queremos cooperar con el Señor a la salvación de las almas... El mundo no piensa en el alma. En el Parlamento de París se discute, se estudia, y lo mismo en las Cámaras de Florencia, de San Petersburgo, de Berlín, de Londres, en todas se trata de finanzas, de armamento, de guerra y de conquista; pero nadie piensa en el alma, como si no se tuviese. Propterea dilatavit infernus animam suam et aperuit os suum absque ullo termino, et descendent fortes ejus, et populus ejus, et sublimes, gloriosique ejus ad eum (Por eso ensanchó el infierno su seno, dilató su boca sin medida y a él baja su nobleza y su plebe y su turba gozosa) (Isaías V, 14). Se cantó el Tedéum, y después de la comida de despedida, los hermanos tornaron a su propia residencia. Todos estaban contentos, lo mismo los que habían hecho su profesión que los que la habían dejado para más tarde; los que se habían inscrito, como los que se conformaban con ser aspirantes, o que esperaban incardinarse en alguna diócesis. Don Bosco no presionaba para la elección de estado y, con tal de que observaran buena conducta, les prestaba su cariño paternal, hasta acabar los estudios. Su palabra prudente, afectuosa con todos, sin excepción, producía admirables efectos en las almas. He aquí una prueba. El reverendo Merlone hacía más de doce años que estaba en el Oratorio, pero nunca había demostrado voluntad de quedarse en la Congregación. Y ya era sacerdote. Finalmente, decidido a marcharse, salió un día a la calle con don Bosco y pudo hablar extensamente con él: ((**It9.715**)) Al volver a casa, le vio don Julio Barberis y le pareció que estaba fuera de sí. -Yo tenía a don Bosco por un santo, decía Merlone, pero hoy me he persuadido de ello. Me ha resuelto todas las dificultades que le presentaba: me ha devuelto la paz al corazón. Está visto que los (**Es9.637**))
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