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((**Es9.578**) >>Preguntó entonces don Bosco a la tía y a la sobrina, si tenían devoción y confianza en María Santísima y, a su respuesta afirmativa, acompañó a las dos hasta un reclinatorio e hizo que se arrodillasen. Preguntó a la niña si sabía rezar bien el Avemaría, y al oír que sí, mandó que la recitara: él y la buena anciana se asociaron a la plegaria. Como oyera después que también sabía la Salve, se la hizo recitar. Luego don Bosco, animando a las dos a poner confianza grande y absoluta en la Virgen, dio a la niña su bendición y, sacando del bolsillo una medalla de María Auxiliadora, se la presentó diciendo: >>->>Qué tengo en la mano? >>La tía se levantó enseguida y dijo a don Bosco: >>-Es ciega, >>sabe? íNo ve nada! >>Don Bosco, sin hacerle caso, repitió a la niña: >>-Mira bien; >>qué tengo en la mano? ((**It9.647**)) >>Hizo la niña un esfuerzo y, de repente, abriendo de par en par los ojos, se fijó en aquel objeto, alzó las manos y gritó: >>-íYa veo! >>->>Qué ves? >>-íUna medalla, la medalla de la Virgen! >>->>Y qué hay del otro lado? >>-San José con una vara florida en la mano. >>-íVirgen Santísima!, exclamó la tía; sí que ve. >>-Sí que veo. La Santísima Virgen me ha hecho la gracia. >>Y así diciendo, tendió la mano para asir la medalla que don Bosco le alargaba, pero se le cayó en un rincón oscuro de la sacristía. La tía se inclinó para recogerla, mas don Bosco se opuso diciéndole: >>-Deje que lo haga ella; veremos si la Santísima Virgen le ha concedido perfectamente la vista. >>Y la jovencita encontró enseguida la medalla. La tía conmovida se echó a llorar. Dio las gracias a don Bosco y a la Virgen y, siempre llorando, se marchó. La jovencita, fuera de sí, gritando de alegría, había salido antes que ella y, sin decir una palabra a nadie, se iba a toda prisa hacia Vinovo, dejando muy atrás a la tía y a otra señora que les había acompañado. >>Hubo muchos alumnos que presenciaron el milagro y con ellos el sacerdote Alfonso Scaravelli, Francisco Genta, de Chieri, y María Artero, maestra de escuela>>. La niña curada, volvió poco después al Oratorio para dar gracias a la Santísima Virgen por la recuperación de la vista y regalar a su iglesia la mejor ofrenda que los medios familiares le permitían. Desde entonces no experimentó la menor molestia en los ojos y, aún (**Es9.578**))
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