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((**Es9.407**) Además de los tres alumnos del sueño, habían muerto también aquel año otros seis. Y llegaba el mes de diciembre a su término, cuando don Bosco se encontraba atareado con las cartas de felicitación para sus principales bienhechores. El 22 escribía a la Madre Galleffi, Presidenta de Tor de'Specchi. Benemérita Madre: Aunque durante todo el año hacemos cada mañana oraciones especiales por usted y toda esa familia ante el altar de María Auxiliadora, sin embargo, quiero destinar un servicio especial, según su santa intención, el día de Navidad. Por tanto, celebraremos una misa con la santa comunión de los muchachos y otras oraciones especiales con el fin de invocar las celestes bendiciones sobre usted y sus hijas espirituales, para que el Señor multiplique su número y sus virtudes y les conceda a todas largos años de vida feliz. Entre tanto, le participo que espero poder ((**It9.445**)) saludarla personalmente en Tor de'Specchi el próximo enero y agradecerle la caridad con que hasta el presente nos ha atendido. Créame en el Señor De V.S. Turín, 22 de diciembre de 1868. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. P. D. -El caballero Oreglia y don Juan Bautista Francesia le saludan y se encomiendan a sus oraciones. Bienhechores y bienhechoras respondían a sus felicitaciones y con frecuencia agradecían los prodigiosos efectos de sus bendiciones. Entre otros doña Cristina Celebrini, de Pittatore, señora de la nobleza, que edificaba a la población de Fossano con sus buenos ejemplos y su religiosa piedad con Dios y con los pobres, estaba llena de agradecimiento. El Señor había probado su virtud con la muerte de varios de sus hijos. Al llegar a cierta edad quedó viuda con un solo hijo, que se llamaba José, y temía que también éste corriese la mala suerte de los demás. Se había presentado por ello a don Bosco y le había expuesto sus temores, rogándole bendijera a su hijo para que Dios se lo conservara. Alimentaba grandes esperanzas de que abrazase el estado eclesiástico. Don Bosco sonrió y le dijo: -No tema; este hijo vivirá y, para su consuelo, será bueno; pero no será sacerdote, como usted desea. Confirmamos enseguida que la profecía se cumplió del todo. Doña Cristina murió en Fossano en diciembre de 1909, a la edad de (**Es9.407**))
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